La gente se quedó viendo un chispero. Alguien les acababa de decir que se pararan de las escaleras del Parque de Bolívar, que ahí, no iba a pasar nada. Y ya de pie, Murmullo y Metralleta, montados en un taxi, se fueron sin dárseles nada. Bueno, solo hasta la esquina siguiente, de dónde se devolvieron corriendo y pararon el tráfico.
A la señora del carro rojo la bajaron y entonces Murmullo, pitando y todo, se fue manejando. Nadie hizo nada. Salvo reírse. Y eso que al viejito, por pasarse de chistoso, lo cargaron, lo montaron en la parte de atrás de la camioneta, le dijeron que se sostuviera y le voliaron la mano. Y nadie hizo nada tampoco. Salvo aplaudir.
A esa altura, a la esquina de la Catedral de Manizales no le cabía una persona más. La carrera 22 era un caos. "Este espectáculo está basado en eso. La idea es crear realmente un suceso, un juego de palabras: Su-seso taladro. Es un show que va directamente a la cabeza", indica Juan Paulo Argandoña, Metralleta.
La idea, precisamente, es detener el tiempo de la ciudad. No les importa si el señor se baja del carro, furioso, diciendo, "¡hey Payaso, mire que hay que ir a trabajar!". Y el payaso que, por el contrario, se le pone de frente, mientras el grito poderoso de la masa lo apoya. "La gente está tan programada, que la idea es evidenciar la histeria que hay", añade Argandoña.
Los dos payasos juegan con el tráfico. Sus palabras son en una mezcla de pitidos. "Le dan licencias de conducir a gente que es capaz de tirarte el auto encima. Con esta obra, es un poco esa búsqueda de denunciar", expresa Christian Casanova, Murmullo.
Metralleta saca dos flores de una camioneta que pasa. Lo atropella un carro. Cae en el suelo y se pone la flor en el pecho: "Etoy mueto, mueto, mueto". Y Murmullo que pelea con el conductor, porque Metralleta está "mueto, mueto y mueto".
Risas callejeras
Los dos clown hace 11 años se encontraron y formaron el Teatro gestual de Chile. Es una compañía de calle, que utiliza la imaginación de las personas. "Tomamos la calle como si fuera nuestra casa", señala Juan Paulo. Y lo hacen con un lenguaje universal, que son los gestos.
Ahora bien, aunque parece improvisado, porque juegan con lo que hay en ese momento, no importa si están en Manizales o en Europa, ellos explican que de espontaneidad solo tienen un 10 por ciento. Bien, también es, como dice Christian, "años de oficio".
Y si bien los payasos son de amores y de odio, en Su-seso no hubo persona que no les hiciera barra. Cuando llegó la policía, por lo del tráfico, en coro les gritaron que se fueran, que eso era, como dijo alguien por ahí, "verdadero teatro". Y Metralleta y Murmullo hasta las manos las juntaron para que se los llevaran esposados. "La Policía es parte del show -cuenta Christian. Para nosotros no hay jerarquía. Todos son iguales".
La gente andaba feliz: "Son brillantes", "excelentes", "tan bacano". Valeria Giraldo, quien no se perdió un segundo de show, comentó que "muy atrevidos, porque es arriesgarse a un público que no conocen".
Y cuando se acabaron los carros, porque desviaron el tránsito, Murmullo y Metralleta, con cara triste, sacaron un mapa de Manizales, movieron las manos para despedirse, recibieron un aplauso y a correr se dijo. De seguro a buscar más carros, mientras muchos les seguían. Allá iban dos payasos, en pleno Festival de teatro de Manizales, a montar gente a los taxis, a pegarle a los motociclistas en el casco, a sacarle los bananos al señor de las frutas y hasta a dirigir el tránsito. Cualquier cosa es risible.
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