Mutar, cambiar de tono de voz, volverse más paisas o menos rolos, adelgazar, subirse los párpados, hablar de paz, hablar de guerra... Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga hacen de todo, con tal de que Colombia vote el 15 de junio por ellos.
Es apenas lógico que así lo hagan. Es que lo que está juego no solo es la gloria, hacer parte de la historia o ganar una batalla personal, sino el cargo más importante del Estado. No hay empresa en Colombia que maneje un presupuesto más grande, que tenga asiento en las instituciones internacionales más importantes y que posea en sus manos la posibilidad de hacer tanto.
No en vano, a Santos le operaron los párpados semanas antes de empezar la contienda y a Zuluaga lo motilaron para que no se notara tanto la crema para peinar que usa y por ahí derecho le cambiaron las gafas.
Esa primera batalla la ganó el uribismo; sin lugar a dudas, por 458.156 votos, según la Registraduría, con el 99,97 por ciento de las mesas reportadas. Eso sorprendió a más de uno, incluyendo al investigador del Observatorio de Procesos Electorales y experto en mercadeo político, Danny Ramírez: "Es algo increíble que le saquen tantos votos de diferencia a un presidente en ejercicio".
El 25 de mayo tembló todo el entable electoral, con epicentro en la calle 72 con carrera octava, Claustro de la Enseñanza, sede de la campaña del presidente candidato en Bogotá. Y claro, los efectos llegaron hasta la calle 66 con séptima, no muy lejos, en la sede de Zuluaga, en donde se movió uno que otro escritorio y se revolvieron un poco los papeles y los programas para garantizar que se escuchara mejor lo que tenía que ofrecer para ganar tres semanas después.
Fue tal el movimiento sísmico que quienes salieron victoriosas ese día, Marta Lucía Ramírez, del Partido Conservador, y Clara López, del Polo Democrático, que no figuraban ni de lejos, con una tendencia en las encuestas que fuera acorde con lo que ese día, sacaron 3.954.112 votos entre las dos.
De inmediato la valorizada fue tal, que a pesar de no haber pasado a la segunda vuelta, se volvieron una prioridad para los colegas hombres que las acompañaron en la primera vuelta, al igual que los votos que dejó en el aire la aspiración de Enrique Peñalosa.
El uribismo pisó fuerte
Y entonces llegaron las lloradas, las palmadas en la espalda y los actos de contrición, de los dos candidatos que quedaron en el pie de batalla para saber cómo harían para lograr mayor diferencia la próxima y última vez.
Los partidos tradicionales y los hijos de esos partidos, en los que hay clase política tradicional, se dieron a la tarea de entender un poco qué es lo que había pasado para saber cuál era el paso a seguir. Entonces el Partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical, santistas para estas elecciones, se dieron cuenta de que subestimaron al uribismo y más aún, al expresidente Álvaro Uribe Vélez.
"Se trata de una subestimación de la clase política tradicional, sobre todo bogotana, de despreciar a Uribe y su forma de hacer política. Eso les ha dado todos los sustos y aún es posible que en cuerpo ajeno gane la Presidencia. Se trata de ciertas personalidades del periodismo, la intelectualidad y la vida política que menospreciaron el valor político de Álvaro Uribe, para bien o para mal. Y se les olvidó que sin él, Zuluaga no habría pasado a segunda vuelta, ni el Centro Democrático tendría hoy 20 senadores. Eso no quiere decir que se está a favor o en contra de Uribe, sino que es un hecho político", indicó Diego Cediel, profesor del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.
Con el "tigre político" en la mira empezaron a tomar decisiones en la campaña reeleccionista. Lo primero, ordenar la casa, pusieron de cabeza un felino comparable a la experiencia de Uribe, expresidente también, César Gaviria. "La campaña de Santos hizo algo que no se vio antes, unificaron el mando, tomaron decisiones, trataron de meterle más mística política", señaló el experto Ramírez.
Diego Corrales, director de la Corporación Enciudad, explicó un poco más: "cambió el manejo de las coordinaciones regionales, la empresa de publicidad, exigió renuncias en Bogotá para que se dedicaran a hacer campaña, ha venido varias veces a Medellín a reuniones con líderes, se ha encontrado de manera permanente con las bancadas. Le da una dinámica distinta a la organización política, para marcar ese valor diferencial".
Para el profesor Cediel, todo ese cambio de forma en la campaña de Santos se dio por la sencilla razón de que "esa clase tradicional vuelve y le da importancia a la fuerza política de Uribe, y empieza a atacar de la forma que le corresponde. Y hoy, por fin, eso le da efectos, según dicen los números de las encuestas".
Las coordinaciones regionales de la campaña Juan Manuel presidente pasaron a tener una cabeza única, con todos los poderes, y ahora bajo la premisa de "Santos presidente". Se mantuvo la paloma de la paz, que el primer mandatario lució sin importar que fuera un acto de Estado o de campaña por el país y el mundo.
Ya el arcoiris de tres palomas en vuelo se eliminó y pasó a tener un logo similar a una casa. "Seguro el inconsciente ve esto como una casa, lo que inmediatamente conecta con los programas de viviendas gratis de Santos", señaló el profesor de Ciencias Políticas de UPB, Miguel Silva.
Esa nueva línea gráfica tendrá los tres colores de la bandera, no al mismo tiempo, sino uno a la vez, dependiendo de a quiénes se quiere atraer. Azul para los conservadores, rojo para reforzar el alma liberal de la campaña y amarillo para los que votaron más a la izquierda. Todo, por completo, calculado.
Ya la frase con la que comenzaron a buscar la presidencia no es "hemos hecho mucho, falta mucho por hacer", sino aquella de "con paz, haremos más".
Esa es la artillería pesada de Santos, la paz. Es la "única vía en la que tiene para crecer. No podía tener como estrategia su obra de Gobierno, que no cuenta con buena percepción", agregó Ramírez. De ahí que no sean raras las alocuciones desde La Habana, haciendo anuncios grandilocuentes en medio de la campaña.
"Asumieron con mayor vehemencia el tema del proceso de paz como si fuera algo propio y no de Estado. Y de ahí se desprende que ahora quiera hacer ver, con más fuerza, a su opositor como defensor de la guerra, como si la paz fuera un asunto solo suyo. De ahí se polariza más el debate con una estrategia en la visión amigo-enemigo", en palabras del director de Ciencias Políticas de UPB, Luis Guillermo Patiño.
Y empezaron a desfilar políticos de todos los colores por la puerta grande de la campaña santista. La más importante, por los votos recién logrados que tiene, Clara López, que entró a la contienda de segunda vuelta, no como un apoyo de un día, sino de tiempo completo, con volantes, actos de campaña, comerciales de Tv, recorriendo el país, moviendo las fichas que tiene dentro de los sindicatos más grandes.
Zuluaga y no Uribe
A pesar de haber ganado de manera clara, la campaña de Zuluaga, que antes de la primera vuelta había modificado ya su estrategia gráfica y había instituido la Z como base y eje, por iniciativa del consultor internacional Eduardo Duda Mendoza, según indicó el profesor Silva, también ajustó un par de detalles. Tal vez imperceptibles de manera consciente, pero para los expertos en mercadeo político, esos cambios son los que consiguen votos. La sonrisa, las montañas detrás, que no aparezca Uribe como antes; todo medido y analizado.
La Z se volvió aún más importante, fue la forma de desligarse de la percepción de la marioneta o el muñeco ventrílocuo. Lo dijo el profesor de Ciencias Políticas del Politécnico Grancolombiano, Camilo Fajardo: "en esta segunda vuelta, Zuluaga ha tratado de distanciarse y promover un candidato mucho más independiente, de manera que logre mostrar una imagen de autoridad para ganar las elecciones".
Y el eslogan que antes era "por una Colombia distinta", pasó a ser "un nuevo tiempo va a comenzar".
La oportunidad perfecta para matizar el discurso y de paso mostrar independencia y cambio de paradigma, fue la entrada al Centro Democrático de Marta Lucía Ramírez, que sin duda le sumará votos, no solo por la llegada del no tan antiuribista Partido Conservador si no también la de Camilo Gómez, excomisionado de Paz del Gobierno de Andrés Pastrana.
No había mejor momento para decir que ahora no se suspendería la mesa de negociación en La Habana, sino que se evaluaría bajo qué condiciones continuaría. Un pequeño viraje que de inmediato se aumentó en su propagación y que jugó a favor de Zuluaga, según las encuestas de intención de voto.
Dos estrategias distintas que faltaría tiempo para calar por completo en la mente de los votantes, pero que ocasionó subidas en imagen positiva y negativa de los candidatos.
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