Susan Sontag decía que los seres humanos nos aferramos al pasado pues es lo único seguro que tenemos. Y lo expresado por la ensayista y novelista cobra particular vigencia en un medio que, como el mío, parece anclado a rutinas interminables que muchas veces son incorporadas, no se sabe cómo ni por qué, por nuevas generaciones. Nostalgias trasnochadas: jóvenes de 25 que llevan serenatas de rancheras; grupos de amigas veinteañeras cantando a todo pulmón La maldita primavera, incautos que acudimos a repasar y sufrir a un panfletario León Gieco, cientos de personas que visitan con religiosa puntualidad las Batallas de los Clásicos para ver cómo destrozan y distorsionan sin piedad Take On Me o Sunday Bloody Sunday. Voluntaria y mansamente nos amarramos a un pasado que creemos insuperable.
Y a eso es precisamente a lo que vamos a un concierto: a tener contacto con lo ya conocido y repasado mil veces. Vamos a cantar a gritos canciones convertidas en himnos que nos resistimos a abandonar. Esa obstinación nos priva del necesario contacto con la contemporaneidad; nos impide avanzar hacia territorios nuevos. Un concierto, creo, también debería ser espacio para el asombro. Un lugar para abandonar esas zonas de confort y sumergirse en profundidades nuevas. Dejarse sorprender. Abrirse a la exploración. Aprender otras músicas, habitar otras culturas. Permitirse sensaciones no vividas. Y el concierto de John Nemeth, hoy en el Ballet Folclórico de Antioquia, es una excusa perfecta para romper con los convencionalismos que nos atan a las montañas de mi tierra, y nos impiden ver más allá del Valle de Aburrá. Hablamos de un músico norteamericano de blues, una naciente y ya celebrada figura que ejecuta la armónica con gusto y maestría; que emociona con un canto que traspasa fronteras estilísticas; un artista que evoluciona desde el legado de B.B. King y Ray Charles, que evoca a Sonny Boy Williamson y Little Walter … un músico total.
Nemeth en Medellín es un regalo absoluto para iniciados. Pero también es un reto para quienes sienten que debe haber algo más allá de esas bellísimas canciones que nos legaron abuelos, padres y tías… que se quedaron oyendo la música de sus abuelos, padres y tías.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6