Rusia movió sus fichas diplomáticas, tras el repliegue de sus tropas en Georgia y con el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, provincias de Georgia, lanza un claro desafío a Occidente.
Por una parte, se saca el clavo de la independencia de Kosovo, que alentaron las grandes potencias occidentales, y por otro lado, ignora todas sus advertencias sobre lo que ello puede significar para el futuro de la región del Cáucaso, de inestable paz, por su atomización y la riqueza petrolera que allí se encuentra.
A comienzos de los años 90, Osetia del Sur y Abjasia se declararon independientes de Georgia, y aunque siempre contaron con el apoyo de Moscú en sus guerras separatistas, nunca habían tenido el reconocimiento como naciones independientes, lo que se produce ahora luego de que las fuerzas rusas entraron en Georgia el 8 de agosto para frustrar el intento georgiano de retomar Osetia del Sur.
Estados Unidos y las potencias europeas han reaccionado con indignación por considerar que va en contravía del derecho internacional y las resoluciones de la ONU sobre integridad territorial.
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