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La juventud española sacude Europa

  • David E. Santos Gómez | David E. Santos Gómez
    David E. Santos Gómez | David E. Santos Gómez
23 de mayo de 2011
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La luz que guió las protestas del Norte de África y revolcó sus obsoletos gobiernos parece iluminar ahora a una juventud española hastiada de años de desgobierno y una crisis económica aplastante.

El movimiento 15-M, nacido del corazón de las protestas pacíficas, ha dado un golpe de realidad contundente a una sociedad española dormida por el sopor del desempleo, el alto costo de vida y la falta de oportunidades.

Desde el 15 de mayo pasado las principales plazas del territorio español son los templos de la desazón.

Miles de jóvenes han decidido gritar, con la pasmosa fuerza del silencio, por lo que consideran un futuro negro.

Sin casa, sin empleo, sin pensión, sin oportunidades. "Por una democracia real", se lee en sus pancartas.

La protesta es contra todos. No hay movimiento político o líder social que reciba el beneplácito de los "indignados", como también se les conoce a los protestantes.

La tristeza viaja en todas las direcciones. Piden una modificación de la ley electoral, un cambio en el bipartidismo aplastante, mejores condiciones de jubilación y menos control de los bancos sobre el sistema de gobierno.

La situación que los llevó a salir a la calle es una realidad caótica para la juventud del país ibérico.

El desempleo es el más alto de toda la Comunidad Europea y ya llegó al 21 por ciento. Casi la mitad de los jóvenes con una edad inferior a los 25 años no tiene un trabajo y la frustración de tener títulos universitarios pero no poder ejercer obliga a la mayoría a vivir aún bajo el cobijo de los padres. No hay presente y no hay futuro. No hay nada por qué luchar.

La protesta inició en las vísperas de las elecciones municipales y autonómicas que a la postre ha ganado de forma aplastante el Partido Popular este domingo.

Sin embargo, los resultados han sido desoídos por la juventud rebelde que considera que el sistema está corrupto desde la raíz y así la democracia no es verdaderamente representativa.

El 15-M no quiso votar por nadie, no quiso votar en blanco y prefirió votar nulo.

Una protesta auspiciada por el desperdicio de las tarjetas electorales.

Los políticos tradicionales, e incluso los políticos novatos, no han sabido cómo reaccionar ante el movimiento. Es difícil mostrar su desacuerdo a un grupo tan masivo y popular pero al mismo tiempo es ilógico dar soporte a un grupo que critica el voto.

"Los respetamos, pero el voto es el centro de la democracia", han dicho de manera casi calcada los líderes de los principales partidos españoles.

Hasta ahora la revolución de la juventud española ha servido para estremecer a su propio país pero también para quitar el velo a una sociedad europea que se ha dejado gobernar por un estilo liberal de los mercados.

Tras esas normas, muchos de los países más pobres han pagado altos costos. Grecia, Portugal y España no soportan un ritmo económico como el actual.

El 15-M ha sido tachado de iluso e infantil. Su fin, para ser directos, aún parece borroso en medio de tantas peticiones. Sin embargo, hay algo claro y es que las características de este movimiento parecen dibujar revoluciones tan contundentes como la del mayo francés de 1968.

Y es que una de las cosas que ha enseñado la historia, reciente y antigua, es que solo la juventud es capaz de lograr un cambio radical mezclando dos valores que de manera individual parecen inútiles.

Son los valores de la juventud y de la rebeldía. Es la inocencia impulsada por la utopía.

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