Pocos recuerdan que en La América, occidente de Medellín, en un predio de 16 hectáreas operó por años El Zacatín, complejo que antecedió a la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA).
La copa de aguardiente anisado o de ron costaba 10 centavos y la botella 3 pesos. La producción, unas 2.000 botellas diarias, salía de la destilería El Zacatín, ubicada en un extenso predio del sector de La América, que estaba rodeado de cañaduzales que la abastecían.
Para la mayoría de los actuales habitantes de este sector de Medellín, resulta increíble que sus casas estén localizadas en lo que fuera el inicio de la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA), pero Samuel Zapata, vecino de la zona, recuerda que con sus amigos fueron muchas las veces que entró a escondidas a las instalaciones para sacar aguardiente.
“Era una finca grande que bordeaba la quebrada Ana Díaz, desde la calle San Juan hasta El Velódromo, estaba rodeada de muros de tapia y alambre de púa y nos metíamos por ahí. Había una tubería que llegaba a unos tanques y unas veces la rompíamos o si dábamos con las válvulas... aprovechábamos”, relata Zapata, quien recuerda que el líquido que extraían salía tibio y que en una de sus incursiones estuvo a punto de ahogarse.
“Eso tenía un lago con lotos y yo, en medio de la oscuridad, pensé que era un empedrado húmedo y cuando di un paso sobre la hoja, me hundí y casi que no salgo”, cuenta.
La nostalgia que embarga a Zapata al recordar El Zacatín, es la misma que siente Elkin Raigosa, empleado de la FLA en las actuales instalaciones de La Aguacatala, abiertas en abril de 1970, y que tenían la capacidad de producir 40.000 litros de alcohol por día y de 120 botellas por minuto.
“Llegué hace 20 años como operario al área de producción y envasado, el trabajo era manual, pero en esa época empezó la modernización y llegó maquinaria que reemplazó a mucha gente”, dice Raigosa, quien ha tenido funciones en el almacén y, ahora, en el archivo de la licorera.
Con orgullo, Raigosa asegura que su experiencia laboral le ha servido para detectar el licor adulterado. “En la familia, cuando destapan una botella, lo ponen a uno como catador y una vez un amigo, en una cantina, me pidió que le revisara un lote de aguardiente que había comprado y al probarlo le dije: ponga cuidado que eso no es bueno".
93 años de historia
Los buenos recuerdos de Zapata y Raigosa son apenas una parte de la trayectoria de la FLA, que está a punto de cumplir 93 años, pues fue el primero de enero de 1920 cuando se constituyó, en atención a la Ordenanza número 38 de 1919.
“Somos la principal empresa del departamento de Antioquia, su fuente principal de recursos y los herederos de un monopolio rentístico que existe desde hace muchos
años”, explica Fernando Restrepo Restrepo, actual gerente de la Fábrica de Licores.
Al cierre de este año, habrá facturado 1,03 billones de pesos, siendo la primera vez que supera la barrera del billón de pesos en ventas. De ese billón, unos 540.000 millones de pesos corresponden al aporte que la FLA le entrega al Departamento (250.000 millones de pesos son utilidades y 290.000 millones de pesos son el impuesto que se le reconoce al fisco seccional).
En 93 años, la producción de la FLA se ha multiplicado por 87, al pasar de 730.000 botellas en 1920 a 64 millones de unidades este año, con lo que la empresa es líder con la mitad del mercado de aguardiente en Colombia. “Esta es unempresa con mucho futuro y queremos seguir liderando el negocio”, agrega Restrepo, quien destaca la presencia de los licores paisas en 23 de los 32 departamentos y asegura que en los próximos tres meses llegará a Valle y Caldas.
De las 64 millones de botellas de aguardiente producidas este año, el cuatro por ciento, 3 millones se exportaron, la mayoría a lo que se conoce como ‘el mercado de la nostalgia’, es decir, a lugares donde hay muchos colombianos (Panamá, Ecuador, España y Estados Unidos).
Con todo y los buenos momentos que para Zapata y Raigosa representa la FLA, el gerente de la licorera antioqueña reconoce que el aguardiente es un producto muy colombiano y que será muy difícil lograr que un alemán lo tome.
Para Restrepo, una de las cosas apasionantes de estar al frente de esta compañía es la dinámica que tiene la categoría. “En los licores las cosas pasan y pasan cada quince días porque es un mercado muy competido”.
De Bolivia a Antioquia
Aunque se estableció como fábrica de licores y alcoholes, la FLA dejó de destilar alcohol hace mucho tiempo. Raigosa recuerda la producción de un alcohol industrial de color azul y de olor penetrante que inundaba todo el sector.
Pero para mantener la competitividad y seguir con el liderazgo en el mercado de licores, entre los años 1999 y 2000, el entonces gerente Álvaro Pío Valencia Vélez, compró 15,5 millones de litros de alcohol con un costo menor al que se producía a partir de miel virgen y residual.
Con el paso de los años también cambió la normativa y la torre de destilación de la fabrica quedó obsoleta por lo que la producción actual de licores se hace a partir de alcohol importado de Bolivia.
Aún así, Zapata, Raigosa y Restrepo no olvidan la primera vez que se tomaron un aguardiente y coinciden en afirmar que fue algo que los elevó y los anestesió.
El olor a miel que en algunos momentos de la producción invaden La Aguacatala, no debe ser muy distinto al que se sentía en La América, en tiempos de El Zacatín.
