Don Hernando Trujillo, un sastre antioqueño que tras años de trabajo esforzado se convirtió en pujante empresario, logró convertir su marca en sinónimo de calidad y elegancia. Miles de ejecutivos y mujeres trabajadoras en todo el país elegían trajes Hernando Trujillo como complemento de prestancia en su imagen personal.
Los almacenes de Trujillo compitieron con otras reconocidas marcas, particularmente con la del también antioqueño Arturo Calle, en una oferta de productos que acrecentó el mercado de la moda y benefició, sobre todo, a los clientes.
Múltiples dificultades forzaron la liquidación de la marca de don Hernando, quien hace algunos años delegó el manejo societario, y a quien la industria le debe un gran reconocimiento. En un mundo con retos gerenciales enormes, el cierre de esta empresa es una mala noticia.
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