Aunque Uribe cuenta con la confianza y el respaldo del 80 por ciento de los colombianos, su no re-reelección en el 2010 es positiva y favorece a no pocas personas.
Para empezar, a doña Lina y sus dos hijos que van a descansar de oírlo insultar, agredir, no dejar gobernar y sentirse permanentemente vigilados en busca de algo para acusarlos. Descansará el presidente Uribe de fingir calma frente a Chávez y Correa, visitar derrumbamientos, inundaciones, arruinados por las pirámides, luchar por el TLC, y correr una maratón solucionando los macroproblemas de nuestra adolorida patria, con el colgandejo permanente de enemigos haciéndole zancadillas para hacerlo caer.
Y tendrán un respiro los funcionarios del gobierno que van jadeantes, a punto de infarto. Los subalternos acaban por copiar a sus dirigentes; cuando se retiró Belisario no había discurso que no terminara con un poema; cuando terminó el período de Barco eran numerosos los políticos que gagueaban; al finalizar Gaviria, eran legión los que hablaban en falsete.
Ahora la asombrosa actividad de Uribe se contagió a todos los funcionarios del Estado, que no resistirían otro período a una velocidad que está prohibida en las carreteras.
Asistí a una reunión con dos estupendos ministros; ambos empezaron por excusarse de llegar tarde porque venían de una diligencia -urgente- de la cual habían tenido que salirse prematuramente para estar 'con ustedes', y por la premura con la cual tendrían que salir para otra cita igualmente importante.
Saben lo que están haciendo y lo hacen bien, pero yo quedé rendida de verlos correr: ¡cómo quedarían ellos!
Con todo lo excelente que pueda decirse de Uribe, con absoluta seguridad no es el único hombre que tenemos capacitado para gobernar el país; entre los que aspiran a gobernarnos hay por lo menos seis de primerísima categoría, que podrían continuar las líneas positivas que ha tenido este gobierno y reacomodar las que no han funcionado. Claro que son diferentes a Uribe; Dios hace a los hombres con modelos únicos, exclusivos.
La no re-reelección representa una catástrofe para la señora Cecilia López, el senador Robledo y el desmovilizado Petro, que se van a quedar sin tema, ni en quién descargar, "en gríseas podres" todo el fastidio que almacenan en sus odres, como diría León de Greiff. Hay que buscar, de afán, un remplazo para que sacien esa rabia tipo rottweiler que no los abandona.
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La dolorosa tragedia de Cerro Verde obliga a estudiar las posibilidades de otras que se pueden evitar con un mínimo de previsión. Si bien las aguas subterráneas no son siempre fáciles de detectar, en cambio los árboles sí están a la vista, y ellos también pueden destruir casas, triturar vehículos y matar gente.
Es urgente ¡apremiante! sembrar cuantos se pueda, sin olvidar que por ser seres vivos, nacen, crecen y, calladamente, envejecen hasta convertirse en un peligro latente y, súbitamente, sin atajadero, caen.
Por temor a las demandas de los ambientalistas, el costo de cortarlos, despedazarlos y llevarlos a un basurero distante, porque dan sombra y son bonitos, la gente evita pensar en que pueden caer sobre un vehículo, una vivienda o matar una persona, todo ello mucho más costoso que una tala oportuna.
Desde el lugar donde vivo, se ve media docena de altísimos eucaliptos, agarrados de una pendiente -gredosa y floja en invierno, rajada en verano- y, cuando ventea, se inclinan, se inclinan y, con absoluta seguridad, el día menos pensado se van a caer; ¿sobre qué?, ¿sobre quién?
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