A las 12:30 del mediodía del pasado jueves, el comandante de la estación de Policía de un barrio de la Comuna 8 de Medellín, hace una llamada para preguntar: "¿a qué horas sube el candidato?"
El hombre, de mediana estatura, sin acento paisa, moreno y robusto cuelga el celular y le hace señas a otro Policía indicándole que ya el candidato viene.
"¡Claro, los candidatos pueden subir solos al barrio, pero es mejor que no lo hagan, las cosas por allá no están fáciles", dice el oficial, mientras asegura, "no, no van muchos candidatos al barrio y la verdad es que la comunidad los respeta. El único que hasta ahora ha subido es Sergio Fajardo", contó el comandante de la estación de Policía, del barrio que hoy va a recorrer el aspirante Federico Gutiérrez.
A las 12:45 llega Gutiérrez. El candidato tiene previsto un recorrido por un barrio que tiene documental propio y con todos los problemas de seguridad de la ciudad. Entonces se baja de su carro quince minutos antes del destino final y como por arte de magia se sube a una patrulla. Su equipo de campaña, aborda un taxi que sale detrás de la patrulla. Ambos vehículos se pierden en las empinadas calles.
A las 10:45 de la noche del pasado viernes, cuatro policías controlan la multitud que acompaña al candidato liberal Aníbal Gaviria. El político está recorriendo las calles céntricas de la ciudad y su grupo de seguridad comienza a caminar entre la multitud.
Como una bola de nieve, cuadra a cuadra más personas se le suman a su caminata nocturna que ahora parece una procesión con más de 16 estaciones. Gaviria se detiene y saluda uno a uno a los vendedores ambulantes, a las prostitutas, a las niñas embarazadas. De repente el olor a comida es insoportable, los borrachos han aumentado, los vendedores también parecen multiplicarse y una señora que ve a Gaviria desde lejos sentencia: "¡Esto es una locura!" y se queda callada.
Entonces le pregunto: "¿Por qué es una locura, señora? y ella, más en tono de regaño que de explicación me dice: "¡Muy arriesgado, Aníbal, muy arriesgado!. Nosotros estamos bien, pero a él le puede pasar algo. Muy interesante lo que quiere hacer, pero este lugar no se ve para nada bien". No dice más y desaparece entre la multitud.
Final, final
A Federico Gutiérrez se le acaba el tiempo y una hora después decide concluir su recorrido en uno de los barrios con la mejor panorámica de todos los tiempos y donde el viento golpea la cara y te da vida, caramba.
Minutos antes, y de tienda en tienda, el candidato habla con los habitantes sobre la seguridad del sector. "Esto por aquí está muy bien, necesitamos que nos mejoren las vías, yo siento que nosotros nos hemos acostumbrado a las cosas malas", le dice una abuelita.
Entonces, como por arte de magia, otra vez, todos desaparecemos del barrio, que se queda imponente, aturdido y a la espera de opciones para sus muchachos. Todos los policías que lo acompañaron ya no están, quedan algunos, y ahora, Gutiérrez se toma una gaseosa sin ninguna prisa pensando en el próximo barrio.
A Aníbal la noche no le alcanza para conocer las realidades del centro. Su seguridad y la de su equipo también aumenta a medida que en cada cuadra aumentan las personas y sus dramas. Él sigue. Escuchando. Sus escoltas también, ahí, mimetizados.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6