En un país sensato, el padre jesuita Francisco de Roux fácilmente se ganaría un premio Nobel de Paz, pero en Colombia ha tenido que enfrentar toda clase de infamias y calumnias, persecuciones y amenazas, por su trabajo con las comunidades más afectadas por el conflicto.
La última de esas arremetidas la sufrió esta semana, después de que se publicó en un portal de internet un extenso artículo contra De Roux.
Palabras más, palabras menos, se le acusa al padre de ser guerrillero y también de patrocinar el paramilitarismo. Una mezcla bastante exótica.
Con la tranquilidad y el amor que sólo puede dar la limpieza del alma, el padre De Roux ofrece un diálogo directo al responsable del artículo y asegura que "es un hombre sin armas". Se equivoca. Sí tiene la mejor arma del ser humano: la palabra sincera y franca para decir lo que piensa. Tal vez por eso algunos lo ven "peligroso".
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