Si no fuera por sus 2,08 metros de estatura y 95 kilos de peso, Líberman Agámez pasaría inadvertido en Colombia. Porque en el voleibol europeo y asiático, donde compite con otros gigantes, es una figura rutilante.
Este urabaense, quien creció en el barrio Obrero de Apartadó y que tuvo el récord mundial de puntos anotados en un partido (55) cuando jugaba en Grecia, viajó de nuevo a Corea del Sur con el fin de aportar para que su club, Skywalkers Cheonan, salga campeón. En la temporada pasada una lesión de tobillo lo marginó de la fase final y se fue con el deseo de revancha.
Aparte de los inconvenientes físicos, sus ausencias en los seleccionados nacionales obedecen a su desacuerdo con las políticas de la Federación.
Usted es más conocido afuera que en Colombia, ¿qué ha pasado con su vida?
"Es muy triste que no venga a la Selección por lesiones y razones personales. Ahora voy a Grecia y luego, en agosto, a la pretemporada en Corea. El torneo comienza en septiembre".
¿Cuáles son esos inconvenientes que lo han tenido por fuera de la Selección?
"Ante todo me da alegría estar en el combinado patrio, pero algunas veces siento tristeza porque no tratan a los jugadores como lo merecen. No hay apoyo a la Selección a pesar de que la Federación está ganando dinero con las transferencias. No dan uniformes suficientes para los entrenamientos, zapatos, eso es triste porque en Antioquia, Valle, Bolívar hay futuro pero los jugadores se estancan".
¿Qué se debe mejorar?
"Para que haya una buena selección hay que tener buen apoyo. Lo que he visto no me parece, no se respeta al deportista. Sé que con esto se me va a venir el mundo encima, pero yo no tengo problema para decir la verdad. No pido plata, pero sí buena alimentación, motivación e implementación. Eso animaría a los muchachos que vienen de abajo, habría progreso y proyección".
¿Se negaría a ponerse la camiseta de Colombia?
"Nunca, si respetan la Selección y dan lo que le prometen. Nosotros venimos de familias de escasos recursos económicos y nos sentimos orgullosos del origen, pero queremos progresar. No soporto ver un voleibolista con los zapatos rotos. Si hay apoyo y cumplen las promesas, vengo con los ojos cerrados".
¿Por qué se fue de Antioquia en sus comienzos?
"Me prometieron muchas cosas y no me las cumplieron. Una vez perdí el año por venirme de Apartadó ilusionado con el estudio, la alimentación y la estadía en la Villa Deportiva, y me fallaron. Conocí al entrenador Ángelo Quiceno, del Valle, una buena persona que me ayudó, y me fui para Cali. Al año siguiente viajé al exterior".
¿Qué significó su récord mundial de puntos?
"Fue algo sorprendente, yo solo jugaba y metía puntos. Sucedió en mi segunda temporada en Grecia. Me alegra representar al país en Asia, Europa o donde esté".
¿Cuáles son sus planes a corto plazo?
"Estoy muy feliz en la liga de Corea del Sur por el apoyo que hay al voleibol. Quiero alcanzar el título allí e irme, el equipo se lo merece. Antes de renovar el contrato tenía ofertas para irme a jugar en Turquía, Grecia, Rusia, Japón y China. Esta es otra meta, otro nivel y quiero cumplir mi segundo año con creces".
¿Qué le falta por hacer en el voleibol?
"Ya tengo 29 años de edad y la idea es jugar cuatro o cinco temporadas más, aprovechar al máximo para luego relajarme y disfrutar en familia".
¿Qué ha sido lo más duro por fuera de casa en estos últimos años?
"En Turquía viví tres temporadas difíciles, de pasarla mal y de sufrir. El último año logré el título y me fui. En Corea me acoplé, me entiendo con la gente, son amables y respetuosos, eso sí cuando perdés nadie te habla. Me he hecho querer porque lo que me piden lo hago en la cancha. El inglés y el italiano son idiomas en los que me defiendo".
¿Qué le falta por hacer en este deporte?
"Antes de cerrar mi carrera deportiva quiero ir al Mundial con la Selección Colombia, y estar en una final de la Champions"
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