x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Los amores de los poetas

24 de febrero de 2009
bookmark

Los amores felices son tan raros como los unicornios en la tribu de los poetas. Casi todos vieron naufragar sus amores en sus propias mieles, o asfixiados por los besos pagaron los fulgores del principio con la sucia experiencia de ver el paraíso convertido en erial, y lamentaron largo el día deplorable cuando la novia se convirtió en bruja o en el mejor de los casos en una mujer del montón. Como todos los mortales los poetas vivieron la tragedia conocida del amor. Amílcar Osorio escribió: el amor no es efímero: es efímero el tiempo.

Norman Mailler, lleno de frustraciones de amor dijo una vez en el colmo de la decepción amorosa que las mujeres estaban locas. Pero los novelistas de la tendencia machista norteamericana suelen disfrutar el escándalo de las declaraciones extremas. Borrachos perpetuos. Lessing, más piadoso afirmó: solo había una mala mujer, y me tocó a mí. Sartre declaró que la mujer es una ilusión.

Algunos piensan que los hombres de buena suerte con las mujeres son los que cuentan muchas en su vida. Al contrario. El triunfo del amor consiste en atrapar para siempre la primera y eternizar el amor de la inocente juventud. O eso pensaba Salomón. Que tuvo seiscientas.

Todas las mujeres son la misma mujer, y todos los poetas le escriben el mismo poema, dijo uno. Verlaine cantó el sueño repetido de una extraña que no es la misma cada noche ni tampoco otra. Aunque acabara abandonando la suya por correr detrás de un adolescente con visiones de ángel y ajenjo.

Elliot vivió un viacrucis con su mujer. La soportó por cortesía de católico. Shakespeare escribió sus misteriosos, insuperables sonetos de amor, dedicados con mucha probabilidad a una persona distinta de su esposa. Ana debió conformarse con la herencia de su segundo mejor lecho, como quedó consignado en el testamento del divino marido. Y el ordinal convierte la donación en un ejemplar de ironía vengativa.

Sócrates, que escribió unos contados versos mientras batían la cicuta, impregnó la historia con su cháchara, a través de sus discípulos. Fue notable por su paciencia. El más feo y sabio de los atenienses debió aguantar a Jantipa, arquetipo de esposas inaguantables. Jantipa, "ya la conoces, Equécrates", hasta la cárcel lo siguió con sus pataletas, tentándolo para que malbaratara en un solo día con una flaqueza el legado de su vida ejemplar.

Sócrates no bebía como Mailler, ni odiaba como Mailler, que no cesaba de correr tras ellas, a las mujeres. Manifestó admiración y afecto por Aspasia, Diotima, y Teodota la hetera.

Tolstoi descubrió el primer año de convivencia que se había casado con la mujer que menos hubiera querido. El drama está registrado en sus diarios, amojonados por el deseo de apartarse de su mal carácter. Sin embargo, los apuntes autobiográficos de Tolstoi dejan la impresión de un colérico plagado de escrúpulos de moralista, de un intolerante con ansias de cambiar el mundo, lleno de arrepentimientos de chivo incurable, y de una esposa con sentido común, un sentido tan repelente para los artistas con ínfulas de reformadores.

Tolstoi tomó tarde la decisión de escapar de las espinas del hogar. A los ochenta años. No llegó lejos. La muerte esperaba en Astapavo al monstruo que se empeño en inventar la paz universal pero fue incapaz de mantener la armonía en su casa, y de hacer feliz una esposa.

Rimbaud, experto en clamores, clamaba: hay que reinventar el amor.

Te puede interesar

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD