Creo en los milagros (razonables) y en los santos (sin aureola).
La definición de "milagro" supera los hechos inexplicables por las leyes naturales y la lógica, también abarca los "sucesos o cosas raras, extraordinarias y maravillosas".
¿Cuántas madres estaríamos contando el cuento si no fuera porque, en el siglo XIX, a un tal doctor Semmelweis le dio por recomendar: "Lavémonos las manos antes de atender un parto"?
¡Milagro…
¿A quiénes llamo los "hijos milagro"? Existe una angustia similar a la de ser madre cuando no se desea: querer ser madre y no poder conseguirlo.
Quiero ser mamá como mi mamá, como mi vecina, como mis amigas (¡ay, su desfile de panzas triunfales…), como lo era yo de mis muñecas. Como la veinteañera que vende chicles, con tres muchachitos y sin tener con qué alimentarlos. ¿Por qué a mí? Dios no existe. Dios sí existe. Quiero que mi nombre se esfume en un jardín infantil: ¡ser llamada "La Mamá de……".
Pararse de cabeza al culminar el acto sexual, tomarse la temperatura antes y después; peregrinar hasta el altar de la parroquia de San José de la Montaña, en Caldas (o hasta el mismísimo Real Santuario, en Barcelona); exponer el vientre a la imposición de manos de sor Yonosequién…
Cada vez más mujeres mayores de 35 años, en la cima profesional, sienten la presión de cumplir con el mandato social de la maternidad. Si bien parir es una decisión estrictamente personal (ser madre no es el único destino de las mujeres), el reloj biológico se convierte en un agresivo enemigo de quienes anhelan tener un hijo: procrear significa ansiedad, alteración del organismo.
La ciencia ofrece alternativas para ayudar a la pareja a concebir (en cuestiones de fertilidad, la dificultad es compartida); no obstante, voces de la Iglesia católica se oponen a la reproducción asistida.
En 1978 nació Louise Brown, la primera bebé engendrada con métodos no convencionales (Fertilización in vitro, FIV) en el mundo. Admito que, desde mi infancia, había oído hablar de otro niño concebido con procedimientos no ortodoxos. Se llamaba Jesús. Nunca supe su apellido.
Benedicto XVI calificó la fecundación artificial como "inmoral" y ha considerado problemáticas las "técnicas que implican a una persona extraña a la pareja". Hemos de asumir, entonces, que el Espíritu Santo no es "persona extraña". (Claro, es una paloma).
En 1985, en Bogotá, Elkin Lucena fue el primero en lograr una FIV exitosa en Latinoamérica. En nuestra ciudad, la técnica se practica desde 1989. "Los tratamientos de fertilidad tienen riesgos como cualquier otro […]. El verdadero riesgo es el embarazo múltiple. Todos los días hacemos un intento por disminuirlo", dice Juan Luis Giraldo, gineco-obstetra especialista en infertilidad.
Los hijos milagro son los que provienen del vientre propio o de uno ajeno (adoptados, de madres subrogadas), sean concebidos por métodos naturales o artificiales (amparados por la bioética). Aquellos que llegan a un hogar que anhela su existencia: allí donde el amor no demanda explicación ni lógica.
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