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Los nuevos "paras" rondan y amenazan pueblos del Atrato

Comunidades, autoridades civiles y religiosas, e investigadores de la Fiscalía, confirman la presencia de "los Urabeños" y "los Rastrojos". Buscan control para traficar droga y armas.

  • Los nuevos "paras" rondan y amenazan pueblos del Atrato | La presencia de la Fuerza Pública en el Medio Atrato es evidente, sin embargo, la gente teme por la supuesta presencia de las bandas criminales. FOTO JAIME PÉREZ
    Los nuevos "paras" rondan y amenazan pueblos del Atrato | La presencia de la Fuerza Pública en el Medio Atrato es evidente, sin embargo, la gente teme por la supuesta presencia de las bandas criminales. FOTO JAIME PÉREZ
05 de mayo de 2012
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Con la cólera reflejada en sus manos temblorosas, el encapuchado descargó su furia en la panga del pescador. Parado sobre los tablones de la pequeña embarcación blandió el machete hasta que los ocupantes tuvieron que lanzarse al agua, suplicando por sus vidas.

El negro José * recuerda esa escena como si fuera ayer, aunque sucedió hace un mes. Mientras pescaba con tres de sus compañeros en el río Atrato fue interceptado por un grupo de seis hombres que se movilizaban en lancha.

Aquel "mulato", como dice José, se identificó como integrante de "los Urabeños" y en ese momento el pescador sintió un temblor atacándole las piernas y su boca enmudeció ante la petición del agresor: "Se me secó la saliva. Nos dijeron que les entregáramos el pescado, los galones de gasolina, el motor y el billete".

Ante la negativa de los cuatro labriegos, quienes le respondieron que "se buscara lo suyo", el agresor enfureció y terminó "voliando machete" hasta que los integrantes terminaron en el agua. Nadaron hasta la otra orilla, mientras los atacantes les gritaban que si denunciaban "en la noche irían por ellos".

Llegaron "los Urabeños"
José no es el único que tiene miedo a las bandas criminales. Habitantes de los pueblos ribereños de Murindó y Vigía del Fuerte, en Antioquia, y de Bellavista, Puerto Conto y otras poblaciones de Bojayá, en Chocó, aseguran que "esa gente está llegando a imponer el terror en nuestras poblaciones que tienen una carga de violencia de hace décadas".

La práctica para llegar a estos territorios es la misma que hace 10 años usaron los hombres del bloque Élmer Cárdenas de las extintas Auc. Se mueven en pequeños grupos y en embarcaciones menores para no despertar sospechas en las autoridades que vigilan la inmensidad del Atrato.

La llegada de "los Urabeños" ya afecta a las poblaciones, "tanto que hay extorsiones a algunos negocios en Vigía y Bojayá y el que no pague se atiene a las consecuencias", dice Mario * un habitante de Vigía del Fuerte.

Cuenta el poblador que hace solo dos semanas, un hombre quiso llevar a consignar un dinero "y lo atracaron. Además le pegaron un balazo en una pierna y se le robaron 35 millones de pesos, su reloj, su cadena y sus pertenencias".

Pero el episodio que más ha atemorizado a la población fue el sucedido hace cerca de un mes, cuando ante la negativa de pagar una extorsión, "esos hombres armados fueron a la casa de uno de los comerciantes y se la encendieron a bala", dicen en Vigía.

Lo que más preocupa no solo a los habitantes del Medio Atrato, sino a las autoridades civiles, es que en esa zona que tiene un comercio muy activo, "no hay ni una sucursal bancaria para hacer las transacciones. Entonces, la gente debe ir a llevar el dinero hasta Quibdó o Medellín exponiéndose a situaciones como esa", asegura Miriam del Carmen Serna Martínez , alcaldesa de Vigía del Fuerte.

Aunque la mandataria no asegura la presencia de las bandas criminales, sí aduce que, en cuanto al orden público, "se ha presentado el raponeo, robos, aumento del consumo de drogas entre los jóvenes", comportamientos característicos en las bacrim que delinquen en el país.

Es mejor callarse
Sentado en el puerto del nuevo Bellavista, Carlos* asegura que ha visto gente extraña, armada y no del frente 57 de las Farc que históricamente ha rondado por los alrededores del municipio.

"Ellos bajan por el río Bojayá y se mantienen más en las poblaciones selva adentro junto a las comunidades indígenas", dice. Mientras "echa el cuento" se asegura de que no hayan miradas fisgoniantes que puedan delatarlo "porque acá el que habla se muere".

Y como en "pueblo pequeño, infierno grande", y todo se sabe, los lugareños conocen quiénes son "pero preferirnos quedarnos callados porque ellos vienen y nos ultrajan".

El miedo a llegado al punto de que muy pocos se atreven a salir de noche, "porque en las calles oscuras uno se los encuentra encapuchados y han llegado a meterse a las casas, armados, aprovechando que quitan la luz", cuenta Mario.

El gobernador de Chocó, Luis Gilberto Murillo , explica que "la información que tenemos es que la zona obviamente es una zona donde todavía se ve el movimiento de grupos al margen de la ley en el río Bojayá, muy arriba en el tema de guerrillas, y en la parte del Atrato el tema de bandas criminales, sobre todo con las poblaciones".

El interés de "los Urabeños" y "los Rastrojos" por este territorio es, según Murillo, un corredor para llegar al Pacífico. "Si usted sube por el río Bojayá, hay incluso caminos coloniales donde usted puede llegar a esta zona con mucha facilidad. Ahí deben existir corredores para el tráfico de drogas y comercialización de armas que es lo que normalmente atrae a estas bandas".

Un investigador de las bandas criminales de las Fiscalía explicó a EL COLOMBIANO, que "los Urabeños" en su afán por colonizar nuevos territorios, "están bajando desde Turbo y buscan abrir nuevas rutas para comercializar toda la pasta base de cocaína".

El problema es el hambre
Para monseñor Julio Hernando García , administrador Apostólico de Quibdó y Obispo de Istmina, Chocó, el problema de estos municipios de la región Medio Atrato no es sólo la violencia, "sino también el hambre que padecen".

Monseñor García asegura que "los niños, los ancianos y la gente no tienen de qué vivir, no se produce nada en la tierra, la lucha es una lucha por tierras. Esta fue una tierra acostumbrada a vivir en paz".

Sin embargo, el prelado sostiene que cuando aparecen otros factores se dificulta vivir tranquilos, comer lo que se comía por "la presencia de otros intereses y detrás de estos generalmente no está el pueblo chocoano, es gente venida de otras partes sembrando el hambre y dejando como consecuencia mucha sangre".

Monseñor García asevera que "la bandera como que no nos cobija a nosotros. Acá tenemos los tres colores de la bandera a plenitud: el oro aquí abunda, el azul pues los dos océanos; y el rojo, estamos poniendo todavía sangre. Estamos muy lejos de participar del desarrollo, no hay energía, acueducto, alcantarillado ni comunicaciones".

Están vigilantes
Para contrarrestrar la intimidación que "los Urabeños" y "los Rastrojos" buscan ejercer sobra la población chocoana y antioqueña, Murillo, gobernador del Chocó, señala que en la región "la presencia de la Fuerza Pública ha sido alta, de la Infantería de Marina, y de la Brigada 15 del Ejército. Nos preocupa que el éxito de la seguridad democrática de otras zonas ha llevado a que se concentren grupos al margen de la ley en partes del Chocó".

Pese a la información suministrada, el comandante de la Brigada 15 del Ejército, Jorge Horacio Romero Pinzón , desmiente las versiones y afirma que "estuvimos el fin de semana allá y no tuvimos ninguna denuncia al respecto".

De otra parte, el secretario de Gobierno de Antioquia, Santiago Londoño , manifiesta que en Vigía del Fuerte "estamos muy pendientes de los desplazados del sur de Vigía por los combates entre el Ejército y las Farc y hemos hecho un acompañamiento pero en concreto, la presencia de las bacrim no lo teníamos oficialmente denunciado".

Londoño asevera que analizarán la situación para "lanzar las alertas tempranas y tomar medidas de protección a la población civil".

Desde aquella tarde José no quiere salir de su casa en Puerto Conto, Chocó. A la fuerza tuvo que olvidarse de lo único que ha hecho y sabe hacer: pescar. El miedo, sumado a las versiones de los habitantes del Medio Atrato sobre la llegada de las bacrim a esta zona selvática, húmeda y cálida, no lo dejan volver al río n

*Nombres cambiados por seguridad

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