Los vio desde la casa, con una amargura que pocos pueden entender. “Te da como alegría por la gente que conoces, pero tristeza por no verte ahí. Es difícil saber que eres un deportista de alto nivel y no jugar unos Olímpicos”, dice Miguel Ángel Rodríguez , doble campeón de Juegos Panamericanos, que se acostumbró a ver a los Juegos por tv.
El mejor jugador de squash en la historia de este deporte en Colombia, y el mejor escalafonado en Latinoamérica, ya se acostumbró a vivir en la élite de su deporte sin ver los cinco aros olímpicos.
“Lastimosamente el squash, un deporte tan popular en el mundo, que todos conocen, no es olímpico. Tiene que ver mucho de política, de inversión. Si un estadounidense o un chino fuera el mejor, estaríamos ahí. Algo similar a lo que le pasa al patinaje”, sostiene el bogotano, de 26 años.
Ganador de la medalla de oro individual en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, presea que había logrado por equipos cuatro años antes en Río de Janeiro, Miguel tendrían el ranquin y la experiencia para estar en las dos últimas ediciones de Olímpicos, tanto en Londres como en Pekín. “Pero mi deporte ha perdido dos veces la votación para entrar en los Juegos. Guardo la esperanza, el próximo año volvemos a la competencia por entrar a los de 2020, y si llegamos a pasar, seguro voy a pelear por estar allí”.
Aunque su escalafón más alto fue en 2008 (20 del mundo), el mejor lugar que ha ocupado un latinoamericano, no siente que sus mejores días pasaron. Tras llegar a la final del Abierto del Nogal en Bogotá hace un par de semanas, Miguel Ángel está a punto de volver a esa casilla. “Le gané al ocho del mundo en Bogotá, jugué contra el mejor del mundo y perdí solo por un game, ya he ganado un par de torneos y estoy entregado del todo a este deporte. Siento que puedo hacer más historia”, sostiene el squashista que también fue campeón del Open de El Campestre en Medellín sobre el egipcio Andrew Wagih .
Desde mañana comenzará la disputa del Abierto de Cartagena, que se hará en el complejo de raquetas de esa ciudad, pero con la mente puesta en mejorar su ranquin. “Pero, ¿quién no sueña en jugar en unos Olímpicos? Yo no pierdo la esperanza”.
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