Una sola jugada necesitó Milton Rodríguez para dañarle a Millonarios una noche que pintaba bien. El 9 de Huila apareció muy poco, pero en la única que tuvo resolvió ante Nelson Ramos (67’) para silenciar al estadio El Campín e impedir que se cumpliera el compromiso que los embajadores había hecho con su nuevo presidente, Felipe Gaitán.
El dirigente azul detalló en su presentación que “le pedí a los jugadores que ganaran ante Huila”. Sus palabras no fueron acatadas y no por falta de fútbol, sino por la necedad de un grupo que tuvo todo para ganar y al final terminó empatando 1-1 en casa, ante su afición y con un equipo que supo esperar su oportunidad, esa misma que capitalizó de cabeza un exMillonarios.
En los primero 35 minutos del partido el local mandó con solvencia. La banda del venezolano Richard Páez estuvo afinada y tuvo a su mejor instrumento, Máyer Candelo, sintonizado con la melodía. Incluso le alcanzó para marcar un gol temprano y dar espectáculo con su ‘tocata’. El tanto de Ómar Vásquez (17’), sin duda golazo, dio paso a la mejor versión de Millonarios, con un 10 inspirado, un Luis Mosquera rendidor y un Matías Urbano con hambre de gol.
Después de ver el arranque del local, sobraba preguntar qué escuadra tenía pinta de ganadora. El cuadro ‘opita’ intentó hacer lo suyo, pero sin la pelota no le quedó otra opción que aguantar mientras el azul se daba un festín tocando y adornándose con lujos que al término del compromiso poco le importaron a la tribuna y mucho menos tuvieron injerencia en el resultado.
Un tiro libre de Candelo, un cabezazo del Pescaito Urbano y un remate de Vásquez fueron algunas opciones claras que tuvo el elenco bogotano y que no supo concretar ante el portero Luis Estacio. Quizás haberse ‘salvado’ en más de tres oportunidades le dio el suficiente ímpetu a los huilenses para reencontrarse con su estilo y recordar que en El Campín ha sido frecuente verdugo de Millonarios.
Sin libreto
Ese 1-1 que logró la escuadra de Néstor Otero se empezó a vislumbrar con la conexión que resurgió entre Sebastián Hernández y Jonathan Álvarez. Esta dupla puso en cintura a la zaga albiazul, además de buscar cercanía frecuente con Ramos quien mostró sus reflejos en un par de atajadas.
Si Orlando Berrío hubiera logrado clavar con un taco el balón en el arco de Estacio, posiblemente le hubiera significado la victoria al local y de paso habría clasificado como el mejor gol de la jornada. Pero no se dio. Lo mismo sucedió en un cobro del uruguayo Ignacio Ithurrade que atajó el meta opita en dos tiempos, después de un remate de Juan Esteban Ortiz.
Si bien es cierto que Huila subió notablemente su nivel con el paso de los minutos, también hay que reconocer que el local se desdibujó. O mejor, lo desdibujaron. Los cambios de Páez de nuevo molestaron. Pocos comprendieron por qué el venezolano sacó a Candelo cuando era el hombre que manejaba no solo los hilos del azul sino también los del compromiso. Con Hárrison Otálvaro en el campo, el azul no fue el mismo y mucho menos después del gol de Milton, el verdugo embajador.
Y mientras Otero respiraba tranquilo y sus jugadores le respondía en la cancha, en el equipo de Páez todo era desespero. Con el ‘movete Millos’ desde la tribuna, la situación se agravó. La cabeza empezó a fallar, por el desgaste de arranque del partido, y las opciones se gestaban a los trancazos, lejos del buen trato al balón que mostraron en el primer tiempo. El 1-1 se decretó y con silbidos de la afición despidieron los equipos.