Un estudio publicado en Nature Astronomy reveló que la proporción de deuterio e hidrógeno (D/H) detectada en la coma del cometa 12P/Pons-Brooks coincide de manera sorprendente con la encontrada en los mares y océanos terrestres. Los resultados, obtenidos gracias al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), en Chile, y al Telescopio Infrarrojo de la Nasa (IRTF), en Hawái, marcan un antes y un después en la comprensión científica del origen del agua en nuestro planeta.
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El equipo, liderado por los astrofísicos Martin Cordiner y Stefanie Milam, logró medir con una precisión sin precedentes la presencia de agua ordinaria (H₂O) y agua pesada (HDO) en la nube de gas que rodea al núcleo del cometa. “Nuestros nuevos resultados proporcionan la evidencia más sólida hasta el momento de que al menos algunos cometas tipo Halley transportaron agua con la misma firma isotópica que la encontrada en la Tierra, lo que respalda la idea de que los cometas podrían haber ayudado a hacer habitable nuestro planeta”, explicó Cordiner.
Un debate científico reabierto
Durante décadas, una de las hipótesis más difundidas planteaba que los océanos de la Tierra se formaron a partir de impactos de cometas y asteroides helados en los primeros cien millones de años de la historia planetaria. Sin embargo, las mediciones anteriores de la proporción D/H en otros cometas parecían contradecir esa posibilidad, al mostrar valores muy distintos a los de la Tierra.
El 12P/Pons-Brooks, en cambio, rompe con esa tendencia. Con una proporción D/H de (1,71 ± 0,44) × 10⁻⁴ —la más baja registrada en un cometa de su tipo—, el hallazgo sugiere que al menos algunos de estos cuerpos celestes sí pudieron transportar agua con características químicas idénticas a la terrestre.
El “Cometa Diablo” y su importancia histórica
El 12P/Pons-Brooks es un cometa periódico de tipo Halley con una órbita de 71 años. Debe su apodo de “Cometa Diablo” a una erupción registrada en 2023 que le dio una apariencia asimétrica con forma de cuernos. Entre los aficionados también se le conoce como el “Halcón Milenario”, en alusión a la nave de Star Wars.
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Más allá de estas anécdotas, su relevancia científica es extraordinaria: con un núcleo de 35 kilómetros de diámetro, conserva materiales primigenios del nacimiento del Sistema Solar, hace unos 4.500 millones de años. Estudiarlo ofrece una ventana única para comprender cómo se formaron los componentes básicos que dieron origen a los océanos y, en última instancia, a la vida en la Tierra.
Agua terrestre: ¿nativa o cósmica?
El hallazgo en Pons-Brooks coincide en el tiempo con otro estudio, liderado por la Universidad de Oxford, que analizó un meteorito hallado en la Antártida. Esa investigación concluyó que la proto-Tierra ya contenía los ingredientes necesarios para formar agua desde su origen, sin necesidad de aportes externos.
La coexistencia de ambas hipótesis —agua nativa y agua proveniente de cometas— abre un escenario más complejo y fascinante: la Tierra pudo haber contado con agua desde su formación, pero también haber recibido aportes significativos de cuerpos helados que enriquecieron su inventario hídrico y químico.
Lo cierto es que la precisión lograda con ALMA y el IRTF abre nuevas oportunidades para seguir analizando otros cometas. Si más observaciones confirman patrones similares, la teoría del aporte cometario ganará un respaldo sin precedentes.