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El próximo 15 de septiembre, el exministro de Justicia Jaime Giraldo Ángel cumpliría 85 años de vida, pero sus fuerzas no le alcanzaron. A las cinco de la madrugada de este sábado, una complicación se llevó para siempre a quien es considerado el ‘padre de la política de sometimiento’ y de la llamada ‘justicia sin rostro’ de los años noventa.
Nacido en Anserma (Caldas) en 1929, hijo de una familia católica, de reciedumbre paisa y, por supuesto, conservador de pura cepa, Jaime Giraldo Ángel se fue desde muy joven a estudiar en Manizales, y luego en Medellín. Allí conoció a la que fuera su compañera de mil batallas, doña Ayda Lucy López, con quien se casó en 1954. Tuvieron ocho hijos.
Giraldo Ángel se graduó como Doctor en Derecho en la Universidad Externado de Colombia en 1953, y después se fue a estudiar Sociología en la Universidad de México, de donde regresó graduado dos años después. También realizó una Especialización en Economía y en 1957 obtuvo el Máster de Educación Superior en Estados Unidos.
Con esos títulos bajo el brazo ocupó varios cargos en la Rama Judicial, hasta que se vinculó en dos oportunidades -1969 y 1976- como Secretario del Despacho que luego él ocuparía: el Ministerio de Justicia.
En agosto de 1989 fue elegido magistrado de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, cargo en el que reemplazó a Hernando Baquero Borda, asesinado por el cartel de Medellín en Bogotá el 31 de julio de 1986.
En alguna ocasión, el entonces presidente César Gaviria Trujillo lo llamó para hacerle una consulta sobre la crisis de orden público en el país tras los atentados terroristas del cartel de Medellín, y fue tal el impacto de sus ideas que el jefe del Estado lo designó Ministro de Justicia.
Desde ese cargo lideró la llamada ‘política de sometimiento a la Justicia’, que permitió la entrega de varios de los más importantes narcotraficantes de la época, entre ellos Pablo Emilio Escobar Gaviria y su séquito de sicarios y los hermanos Ochoa Vásquez. También fue el creador de la ‘Justicia sin rostro’, que permitió salvar las vidas de muchos jueces amenazados por el narcotráfico.
Y desde su despacho en el Ministerio presentó a la Asamblea Nacional Constituyente, a nombre del Gobierno Nacional, todas reformas a la Justicia que quedaron incorporadas a la Carta Política del 91.
Posteriormente, fue elegido magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, y tras su salida el Ministerio, se dedicó a la cátedra del derecho en las Universidades Nacional, Externado y Los Andes, en Bogotá. Fue también investigador permanente del Instituto de Investigaciones Ser.
Ya retirado de la vida académica, fue durante años fuente de consulta permanente de periodistas, expertos y eventualmente columnista de algunos medios impresos en temas sobre justicia.
Su velación se realizará este domingo en la funeraria Inmaculada Concepción, al norte de Bogotá y su cremación será en el Parque Cementerio Jardines de Paz.