Con patrullas del cuadrante de vigilancia y servicios privados, la Alcaldía y la Policía Metropolitana buscan controlar el consumo de marihuana, cocaína y licor en los alrededores de los parques biblioteca, prácticas que aún continúan a pesar de los esfuerzos de las autoridades.
El reporte de los servicios de vigilancia en los parques señala que en el día controlan la situación con la colaboración de los policías del cuadrante, pero en la noche, cuando ya no hay servicio, se les sale el asunto de las manos.
El vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad, Luis Fernando Suárez, manifestó que conoce de los reclamos sobre ese uso del espacio público y que analizaron la problemática con la Secretaría de Cultura.
Una de las mayores preocupaciones, dijo, ha sido el consumo de psicoactivos en los alrededores de los parques. "Definimos unas intervenciones con la Policía y no hemos vuelto a escuchar que haya líos. Pero donde se congregue gente en nuestro medio conlleva riesgos como estos".
También, agregó, es importante que los policías del cuadrante asuman el control de estos sitios, así como de las canchas del Índer.
La dosis mínima
El secretario Suárez alertó que ese control se enfrenta a la legislación que permite el porte de la dosis mínima de drogas y la libertad de consumo y lo único que pueden hacer los uniformados es solicitarles el retiro del sitio para que fumen o tomen licor en otro lugar, por ser ese un espacio público.
En el parque biblioteca de San Javier, un joven consultado reconoció que consumían marihuana, que escuchaban, en sus celulares y bafles, música urbana y reguetón, y que a quienes iban a usar sacol y cocaína, ellos mismos los obligaban a salir de allí.
El concejal Yéferson Miranda, quien el año pasado alertó en un debate en la corporación sobre la situación de los alrededores de los parques biblioteca, dijo que le están dando tiempo a la Policía y a la administración municipal para que diseñen una estrategia de control, ya que cuando se dice que hay que controlar estos consumos, se hacen operativos un día y luego se olvida y las cosas vuelven a lo mismo.
"Volveremos a evaluar la problemática en una próxima comisión, dentro de 20 días", dijo Miranda.
En el parque La Ladera se presenta la misma situación que San Javier. Allí, una joven, quien practica deportes en las canchas del lugar, dice que encuentra un aspecto triste por tantos grafitis, rayones y deterioro del piso de madera. "Cuando las personas no son escuchadas pintan las paredes", dijo.
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