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El sistema de alertas que pudo salvar vidas en Medellín y terminó abandonado

El proyecto piloto funcionó y salvó vidas en Bello Oriente hasta el 2022 con plata del gobierno alemán.

  • El sistema de alertas que pudo salvar vidas en Medellín y terminó abandonado
  • Estado de abandono de la infraestructura del sistema de alertas tempranas en Bello Oriente. FOTO: CORTESÍA
    Estado de abandono de la infraestructura del sistema de alertas tempranas en Bello Oriente. FOTO: CORTESÍA
01 de junio de 2025
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Mientras Antioquia y Medellín enfrentan una de sus peores emergencias invernales en años, con tragedias recientes que han cobrado más de una decena de vidas y forzado cientos de evacuaciones masivas en buena parte del departamento, un sistema de alerta temprana pionero en el mundo, diseñado específicamente para prevenir desastres en asentamientos informales, languidece en el olvido en el barrio Bello Oriente, en Medellín.

Entérese: Bello Oriente es el primer barrio informal del mundo con sistema de alerta temprana de deslizamientos

Este proyecto, que combinó tecnología alemana de punta con el profundo conocimiento del riesgo de la comunidad local, demostró su potencial durante casi un lustro, pero la falta de continuidad y apoyo institucional ha llevado a su desmantelamiento silencioso en un momento crítico.

Bello Oriente, un barrio que creció en las laderas de Medellín a partir de los años 80, se convirtió en 2022 en el primer asentamiento informal a nivel global en contar con un sistema de alerta temprana para movimientos en masa de estas características. El proyecto, llamado Inform@risk, surgió de una década de trabajo y se empezó a materializar en 2017 con financiación del Ministerio Federal para la Educación y la Investigación de Alemania. Fue liderado por la Universidad Leibniz de Hannover y Urbam de EAFIT, reuniendo a expertos de diversas disciplinas y entidades.

El sistema en Bello Oriente no era solo una cuestión de instrumentos tecnológicos. Su fortaleza radicaba en la integración del conocimiento técnico con los saberes empíricos de la comunidad. Incluía una red de más de 100 sensores en la montaña para detectar movimientos, pequeños sensores en las viviendas, apodados como “Loras” por los habitantes, que medían la inclinación, e inclinómetros enterrados en el suelo. La comunidad se apropió de estos instrumentos, incluso albergándolos en estructuras que se convirtieron en puntos de encuentro.

Natalia Castaño, directora de Urbam, explica que la importancia de estos sistemas participativos radica en “generar una conexión mucho más profunda sobre las condiciones y riesgos que cada territorio tiene, pero a su vez conectarlo con las capacidades que tienen tanto las comunidades como las instituciones para abordar las emergencias ambientales y prevenir los desastres. Inform@risk fue un proyecto piloto que permitió conectar saberes de universidades alemanas y locales, desde el diseño del paisaje hasta la tecnología, sumado a “saberes locales y comunitarios”.

Más allá del monitoreo, un sistema de alerta temprana integral tiene cuatro componentes esenciales: conocimiento del riesgo, seguimiento y previsión, difusión de la alerta y capacidad de reacción. En Bello Oriente, se hizo un exhaustivo trabajo de capacitación para que los residentes pudieran identificar peligros por sí mismos, incluso si los instrumentos fallaban.

Puede leer: Asentamientos informales se expanden en Medellín y el mejoramiento integral de barrios sigue estancado

La comunidad ya tenía una historia de auto-monitoreo; en 2017, la observación empírica de una grieta y el movimiento de árboles permitió una evacuación a tiempo que salvó 27 vidas antes de un deslizamiento que destruyó seis casas. El sistema buscaba fortalecer esta capacidad y no depender solo de la tecnología.

La difusión de alertas se basaba en el principio de redundancia. Además de una aplicación móvil, se instaló un sistema de sonido con sirena y altavoces, se promovió el aviso puerta a puerta y el uso de WhatsApp. Esto permitía que los vecinos reportaran signos de alerta. El componente de reacción incluía la identificación de sitios seguros, rutas de evacuación y preparación para responder en diferentes escenarios.

Durante el proyecto, el sistema ayudó a prevenir un deslizamiento. En el último año del proyecto (2022), un movimiento lento de tierra con grietas de metro y medio fue detectado. La alerta se dio, se instaló un instrumento para corroborar el movimiento, se contactó al Dagrd (quien realizó una evacuación preventiva de cuatro viviendas), y, fundamentalmente, se trabajó con la comunidad para detener la tala y desviar las aguas que desestabilizaban el terreno.

El proyecto implicó una inversión cercana a los tres millones de euros. Gran parte de los recursos se destinaron a la formación de personal alemán, pero también a la adquisición e instalación de instrumentos en Colombia. Como piloto, tuvo altos costos iniciales de ensayo y error, sin embargo, se desarrolló tecnología de bajo costo y replicable, como las “Loras”, cuyos planos están disponibles. La estación central instalada en Bello Oriente podría incluso cubrir otros barrios periféricos con solo añadir más instrumentos de bajo costo.

A pesar de este éxito y potencial, el proyecto de investigación finalizó sin que las entidades locales aseguraran su continuidad. “El sistema está abandonado”, afirma Carolina García Londoño, coordinadora local del proyecto. Aunque los instrumentos siguen instalados y el equipo en Alemania recibe datos, no hay a quién darle la información en Medellín para procesarla y actuar.

Desde el Dagrd, un funcionario que conoce de cerca el proyecto explicó que la imposibilidad de recibir legalmente los equipos fue el obstáculo fundamental para avanzar con el proyecto, “no fue posible legalizar los equipos porque no tenían papeles de importación”, aseguró.

Sin embargo, la comunidad del barrio, que se sintió “segura, protegida, acompañada” durante el proyecto, hoy está decepcionada. Arnulfo Uribe, líder social del barrio señala que después de entregar el sistema al Dagrd, ellos lo tuvieron por seis meses y “a los seis meses pues nos devuelven, nos dicen que no tenían presupuesto. Esto desanima mucho a la gente”. Dice que desde entonces no ha habido diálogo con la comunidad a pesar de las solicitudes. “Es muy triste que la comunidad empiece a decir que eso fue un engaño”, remata.

Wilmar Quintero, otro líder comunitario, comparte este sentimiento. Explica que la comunidad luchó para que el SIATA o el Dagrd retomaran el proceso, pero “pusieron mucho, mucho problema por el tema de la legalización de algunos estos instrumentos y la falta de recursos para el mantenimiento”.

Estado de abandono de la infraestructura del sistema de alertas tempranas en Bello Oriente. FOTO: CORTESÍA
Estado de abandono de la infraestructura del sistema de alertas tempranas en Bello Oriente. FOTO: CORTESÍA

La no continuidad de este proyecto ha significado varias pérdidas para la comunidad, según Wilmar: “Se pierde la credibilidad de un sistema de prevención como es el SIATA y el Dagrd, que parecen enfocarse solo en ir a atender desastres en lugar de prevenirlos”.

Los instrumentos como las “Loras” siguen instalados, pero la sirena comunitaria, si bien a veces se activa, se usa más para avisos generales del barrio que para emergencias, y ya no hay capacitaciones ni conexión con el Dagrd o el SIATA. Esto genera una falsa sensación de seguridad porque la gente podría pensar que el sistema aún los alertará y no es así.

Esta situación cobra especial relevancia en el contexto actual. El 74% de los impactos por peligros naturales en Medellín están ligados a deslizamientos en laderas de ocupación informal y el 22% del suelo urbano de Medellín son asentamientos informales.

En una ciudad donde el 25% del territorio está bajo riesgo por el cambio climático desaprovechar el conocimiento, la tecnología y la capacidad comunitaria construidos en Bello Oriente podría salir muy caro.

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