Días atrás Donald Trump dijo que, aunque se le llevaba muy bien con Vladimir Putin, le parecía que con los ataques a Ucrania estaba actuando como un loco. El presidente de Estados Unidos se siente muy atraído por las personalidades fuertes, por los hombres —sobre todo hombres— que arrasan con su contendor como si se tratara de una negociación. No es gratis que la revista Time lo incluyera en una portada asegurando que estábamos en la época de los gobiernos de los “Dones”, refiriéndose a la figura del gran capo de la mafia Don Vito Corleone, protagonista de la primera parte de El Padrino, la gran película de Coppola.
Basado en esa lógica, Trump armó parte de su equipo de campaña y de gobierno, y entre esos hombres estuvo el magnate Elon Musk, quien pagó 44.000 millones de dólares por Twitter después de un agresivo movimiento en la bolsa, pese a que la junta directiva de la red social en su momento trató de bloquearlo para que adquiriera más acciones.
Cuando se cerró el negocio, Musk llegó a las oficinas de Twitter en San Francisco cargando un lavamanos, un símbolo del que no se supo su significado. Los cambios fueron totales: despidos masivos, recortes de costos, cambio de nombre y un vuelco total en políticas de información, en lo que él llamó una campaña por la libertad de expresión y que críticos vieron como una rienda libre a la desinformación y la mentira, en un movimiento muy astuto en plena campaña presidencial en favor de Donald Trump.
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Con esos antecedentes, no fue extraño que Musk llegara al gobierno republicano como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge, por sus siglas en inglés), oficina que abrió Trump para supuestamente reducir el gasto federal y que le dio una gran ventana de publicidad a Musk, quien hasta recibió una motosierra de manos del presidente argentino Javier Millei, diciendo así que su rol principal era recortar todos los gastos innecesarios del sector público.
Sin embargo, los meses pasaron y la imagen del magnate de las redes sociales y los carros eléctricos —obsesionado además con llevar al ser humano al espacio y colonizar Marte— se hizo impopular y hasta dejó de vender sus lujosos carros Tesla, sin contar con que varios de sus cohetes han estallado en el aire en misiones de prueba. Ha sido tal el estropicio, que vimos al mismo Trump montándose en un Tesla recién comprado para animar a los estadounidenses a comprar los vehículos.
Ahora que Musk salió de la Casa Blanca, en lo que parecen buenos términos, pues el mismo Trump dijo que espera seguir con una relación de amistad, se han hecho balances de su gestión en DOGE. Hace unas semanas la BBC publicó:
“En octubre, Musk se comprometió a recortar al menos dos billones de dólares del presupuesto del gobierno federal. Posteriormente, redujo este objetivo a la mitad y el 10 de abril anunció un ahorro de 150 000 millones de dólares mediante la «reducción del fraude y el despilfarro» para finales del próximo ejercicio fiscal de 2026. El presupuesto federal de Estados Unidos para el último año fiscal fue de 6,75 billones de dólares. Doge publica en su sitio web un total actualizado de sus ahorros estimados (que ascendían a 160.000 millones de dólares la última vez que se actualizó el sitio el 20 de abril). Sin embargo, menos del 40% de esta cifra se desglosa en ahorros individuales”.
Parece que todo se trata de cifras infladas. La prensa de Estados Unidos reaccionó ante el supuesto ahorro total de Doge en estos meses de Gobierno, pues aseguraron que era de 8.000 millones de dólares, pero esa cifra llega a rastras a los 8 millones de dólares y no se sabe muy bien si se trata de ahorros totales, teniendo en cuenta que en la página oficial del Departamento no hay datos actualizados.
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Y como si fuera poco, el Doge atraviesa demandas y críticas entre los ciudadanos. El diario español El País publicó que desde que empezaron los recortes hubo impugnaciones de los despidos por parte de los sindicatos federales; “expertos jurídicos han alertado sobre el acceso del Doge a información clasificada” que reposa en el Departamento de Estado y la Oficina Nacional de Reconocimiento”; “cuestiones de transparencia: la exención del Doge de las leyes de divulgación pública ha provocado acciones legales por parte de organizaciones de vigilancia que exigen responsabilidades”; “violación de la separación de poderes: Un fallo judicial reciente determinó que la eliminación de USAID sin la aprobación del Congreso violaba la Constitución”.
El presidente Trump estuvo más que a gusto con el trabajo de Musk hasta que empezó el resquebrajamiento. La manzana de la discordia fue la política arancelaria con la que Estados Unidos ha tratado de montarse en la economía del mundo, aunque no se sabe muy bien si con éxito.
En un artículo titulado “Musk, desilusionado y distanciado de Trump, se aleja de Washington”, The New York Times dijo: “La propia desilusión de Musk con la política nacional se remonta a dos acontecimientos recientes, según personas cercanas a él: sus frustraciones con el régimen arancelario del presidente y los aproximadamente 25 millones de dólares que gastó apoyando a un candidato que acabó perdiendo una candidatura judicial en Wisconsin”.
Había muchas tensiones con el gabinete de la Casa Blanca, pues en abril se conoció que Musk tuvo una pelea a gritos con el secretario del Tesoro, John Bessent, sobre quién debía ocupar el cargo de director la agencia tributaria.
Pero la verdadera manzana de la discordia llegó porque en la gira de Trump por los países árabes –en la que estuvo el mismo Musk pero pasó de agache– se dio un gran contrato a la empresa de Inteligencia Artificial OpenAI, a la que Musk percibe como acérrima competidora.
Dijo The New York Times: “Musk se quejó con David Sacks, asesor del presidente en materia de IA, y otros funcionarios de la Casa Blanca sobre el proyecto de Abu Dabi que involucra a OpenAI, una organización que fundó con Sam Altman, con quien se ha enemistado desde entonces, según el funcionario.
También expresó su preocupación por la equidad en general para otras empresas de IA, e intentó que su propia empresa, xAI, se incluyera en el acuerdo, aunque finalmente no fue así. El Wall Street Journal informó por primera vez de la oposición de Musk. El acuerdo con OpenAI siguió a un plan establecido entre el gobierno de Trump y los Emiratos Árabes Unidos para construir un campus de IA en Abu Dabi”.
Al final, Musk pasó a un lugar secundario y, si quería sacar adelante sus negocios, el tiro le salió por la culata: no logró competir en acuerdos como el de Emiratos Árabes Unidos y, además, sus empresas cayeron de manera estrepitosa.
Según trascendió en varios medios norteamericanos, Musk dijo el mes pasado a los inversores y analistas de Tesla que trabajaría menor tiempo en el gobierno, solo uno o dos días a la semana, para volver a la empresa. Además, publico recién en X: “Vuelvo a pasar las 24 horas del día en el trabajo (...) Debo estar supercentrado en X/xAI y Tesla”.
Así fue la despedida
Trump despidió el viernes a Musk en el despacho oval, pero se trató, al parecer, de un despido más que amistoso. Allí, el hombre más rico del mundo dijo que espera seguir siendo “el amigo y el asesor” del presidente estadounidense e hizo caso omiso de la acusación de que consume drogas.
La rueda de prensa conjunta en la Casa Blanca marcó el final de la inédita aventura gubernamental del multimillonario. El hombre más rico del mundo apareció con un moretón en un ojo, que según él se lo hizo jugando con su hijo pequeño.
Donald Trump elogió su empeño para reducir el gasto público como rostro visible de la comisión de eficiencia gubernamental. “Nos convertimos, esencialmente, en el coco de Doge, donde cualquier recorte en cualquier lugar sería atribuido a Doge”, se quejó Musk.
El presidente estadounidense también condenó “los escandalosos ataques, difamaciones y mentiras” que, según él, se dirigieron a Musk.
El millonario evitó criticar la política presupuestaria de Donald Trump, aunque hace unos días dijo que estaba “decepcionado” con un importante proyecto de ley que examina el Congreso porque lo considera demasiado derrochador.
Trump obsequió a su aliado y principal contribuyente de su campaña electoral una llave de oro.
“No se va”
Musk “realmente no se va”, dijo el magnate republicano. “Tengo la sensación de que (Doge) es su bebé, y creo que va a hacer muchas cosas”, añadió como para acabar con los rumores de una ruptura entre ambos.
La rueda de prensa se celebró después de que The New York Times revelara que, durante la campaña electoral, el empresario consumió grandes cantidades de ketamina, un anestésico con efectos estimulantes, además de éxtasis, hongos alucinógenos y medicamentos.
Musk llegó vestido de negro y con gorra, como de costumbre, y con un moretón claramente visible en el ojo derecho. El multimillonario afirmó que se lo hizo su hijo. “Estaba jugando con el pequeño X y le dije que me golpeara en la cara. Y lo hizo”, contó sobre el niño que lo acompañó al despacho oval en febrero.
“No estaba ni cerca de Francia”, bromeó el empresario, aludiendo irónicamente a un vídeo reciente en el que se ve a Brigitte Macron dar un manotazo a su marido, el presidente Emmanuel Macron, al salir de un avión.
Entre Gaza, China y el presupuesto, a Donald Trump también le preguntaron sobre la escena que se ha vuelto viral.
El presidente estadounidense bromeó con un consejo matrimonial: “Asegúrense de que la puerta permanezca cerrada”. “Hablé con él y está bien, están bien”, añadió.
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Musk sin candidato en la Nasa
Después de la despedida, Trump retirará la candidatura del multimillonario tecnológico Jared Isaacman, aliado cercano de Musk, para dirigir la agencia espacial Nasa, informó la Casa Blanca.
El republicano había dicho en diciembre, antes de volver a la presidencia, que quería que el empresario de los pagos en línea y primer astronauta privado en realizar una caminata espacial fuera el próximo jefe de la Nasa.
Sin embargo, The New York Times informó el sábado que Trump retirará esa candidatura, al citar a fuentes anónimas que afirman que el presidente tomó la decisión después de enterarse de que Isaacman ha hecho donaciones a destacados demócratas.
“Es esencial que el próximo líder de la Nasa esté totalmente alineado con la agenda ‘Estados Unidos primero’ del presidente Trump”, indicó en un correo electrónico enviado a la AFP.
“El presidente Trump anunciará pronto un sustituto”, añadió.
La medida se percibe como un desaire a Musk. Informes sugieren que el empresario había presionado directamente al presidente para que Isaacman obtuviera la jefatura de la Nasa. Su cercano aliado ha tenido importantes negocios con SpaceX, la compañía espacial del también jefe de Tesla, lo que planteó dudas sobre posibles conflictos de intereses.
Cuando se conoció la noticia, Musk destacó en X que “es raro encontrar a alguien tan competente y de buen corazón”. Isaacman, de 42 años y fundador y director ejecutivo de Shift4 Payments, se ha convertido en una figura destacada de los vuelos espaciales comerciales gracias a sus colaboraciones de alto perfil con SpaceX.
En septiembre hizo historia al salir de una cápsula Crew Dragon de esa compañía aeroespacial para contemplar la Tierra desde el vacío, durante la primera caminata espacial realizada por astronautas no profesionales.
Pese a los malos últimos meses, la relación entre Musk y Trump no se ha echado a perder, y menos teniendo en cuenta que el dueño de Tesla fue el mayor inversionista de la campaña. Es muy probable que la mutua admiración de estos dos hombres los vuelva a encontrar, ya nos mostró Coppola que en la época de los “dones”, las alianzas más fuertes perduran durante generaciones mientras no las atraviese la traición.
“No consumo drogas”
Elon Musk desmintió el sábado un reporte del diario The New York Times que afirma que usó ampliamente ketamina, éxtasis, hongos alucinógenos y otras drogas el año pasado durante la campaña de 2024 a favor de Donald Trump.
El periódico estadounidense informó que el millonario exasesor del presidente Trump usó tanta ketamina, un poderoso anestésico, que desarrolló problemas de vejiga.
El diario añadió que consumió éxtasis y hongos alucinógenos y viajó con una caja de pastillas el año pasado. Aseguró que se desconoce si Musk consumió drogas mientras dirigía el llamado Departamento de Eficiencia del Gobierno (Doge) después de que Trump asumiera el poder en enero.
“Para ser claro, ¡NO estoy consumiendo drogas! El New York Times estaba mintiendo descaradamente”, dijo Musk en su red social X.
“Probé ketamina ‘recetada’ hace unos años y lo dije en X, así que esto ni siquiera es noticia. Ayuda para salir de agujeros mentales oscuros, pero no la he tomado desde entonces”, agregó.
El hombre más rico del mundo esquivó primero una pregunta sobre su uso de drogas en una extraña aparición el viernes con Trump en el despacho oval, en la que se dejó ver con un ojo morado.
La noticia de la lesión atrajo una atención sustancial, ya que llegó justo después del informe de The New York Times sobre su supuesto consumo de drogas. El diario recordó comportamientos erráticos de Musk, como su entusiasta saludo al estilo nazi el año pasado.
Más tarde el viernes, cuando un reportero preguntó a Trump si estaba al tanto del “consumo regular de drogas” de Musk, el magnate republicano respondió: “No lo estaba”.
“Creo que Elon es un tipo fantástico”, zanjó.
Musk ha admitido en otras oportunidades consumir ketamina, al indicar que le fue recetada para tratar un “estado de ánimo negativo” y sugerir que su uso de drogas benefició su trabajo.
*Con información de AFP.