Fue una gran experiencia vivida y compartida en el seno de mi hogar en compañía de mi esposo y mi hijo. A la vez nos llenamos de sentimiento y amor, queriendo compartir con nuestras familias y escuchando en el entorno aquella algarabía de alegría y felicidad en todos los vecinos.
Fue emocionante ver cómo esa gran cantidad de niños, muchos de los cuales se mantienen encerrados en sus casas, se tomaron las calles y decían con asombro: ¡Uhhh, mirá eso tan lindo, qué elegancia!
Los juegos de luces, que son una tradición milenaria, se transformaron en ese momento en una sonrisa inexplicable en aquellos niños que siempre están esperando un mundo de respeto, de alegría, en una gran hermandad.
Lo que se vio en esta ciudad es el reflejo de lo que sentimos y podemos aportar a nuestra Colombia y a nuestros países hermanos.
Este gran espectáculo cambió aquella imagen de la que hemos sido víctimas por la droga y la violencia que ha golpeado nuestra cultura en días anteriores. Medellín se transformó en un símbolo de paz y una fuente inagotable de luces de todos los colores.
Eran las luces de la alegría, la esperanza, la igualdad y, en especial, de un panorama que debe cambiar con el concurso de todos, de la gente buena de Medellín.
Por ello pensé en aprovechar un toque de mi profesión de fotógrafa y compartir con ustedes estas bellas fotos, tomadas desde el Mirador de Robledo.
Felicitaciones Medellín.
Nota del Editor: Así como Ana quiso compartir con nosotros su experiencia sobre los Juegos, ustedes también lo pueden hacer sobre los hechos que hacen grande a Medellín. Escríbanme a luiso@elcolombiano.com.co.
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