Enajenación mental, será la condición que alegue la defensa del asesino de Oslo, para justificar la masacre de 76 personas que sacudió en lo más profundo a ese país y así, reducir al máximo su sentencia. Sin embargo, los familiares de las víctimas quieren que sobre Anders Behring Breivik, caiga todo el peso de la ley.
El abogado del autor confeso del doble atentado de Noruega aseguró ayer que "todo indica" que su defendido "está loco".
Geir Lippstad agregó que su defendido cree que está en "estado de guerra", por lo que siente justificadas sus acciones, y que reitera que cuenta con varios colaboradores o células".
Esa declaración fue como un balde de agua fría para los noruegos y aumentó los sentimientos de impotencia, rabia, los interrogantes, la incertidumbre y la búsqueda de una respuesta racional a este acto demencial. Para ellos, la muerte de tanta gente inocente es una tragedia incomprensible y no puede quedar impune.
El por qué de sus actos, solo lo conoce el asesino, aunque entre las autoridades urge encontrar una motivación para evitar que se repita un baño de sangre similar.
Especialistas en enfermedades mentales consultados por este diario, coinciden en que la manera de actuar de Breivik, no le exonera de la responsabilidad, menos a un individuo que sembró el dolor sin mostrar remordimientos.
El médico psiquiatra del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Medellín, Gabriel Jaime López, aseguró que no necesariamente Breivik tiene una enfermedad mental como tal. "Él no es un asesino seriado sino múltiple. Mata a muchas personas al mismo tiempo".
Según el especialista, el diagnóstico de enajenación mental está sujeto a una valoración muy minuciosa, un largo proceso que no es muy claro. "Más bien pertenece a unos grupos con trastornos de la personalidad de tipo antisocial, psicópata y sociópata que no corresponde a una enfermedad mental", explicó el psiquiatra.
Con él coincide, Harold Lee de la Asociación Americana de Psiquiatría, quien dice que la mayoría de las veces estos individuos están guiados por aspectos ideológicos, lo que se denomina hostilidad patológica.
Ambos psiquiatras también indicaron que aunque hoy Breivik no muestra signos de remordimiento, la mayoría de las veces, con el paso del tiempo, estas personas comprenden la gravedad de los actos que han ejecutado.
En otros países del mundo, probablemente Breivik recibiría la pena de muerte o la cadena perpetua. En Noruega, un país preparado para la paz y alejado de los horrores de la violencia, esta situación es nueva y sin precedentes.
Hasta ahora el caso más sonado en Oslo, fue el de un perro que se extravió en las montañas y consiguió ser primera plana en las noticias de ese país durante varios días.
Así que para que a Breivik se le declare como un enajenado mental, se deberá someter a múltiples pruebas psicológicas, mientras los familiares de las 76 víctimas buscan que la justicia les conceda un poco de consuelo en medio de tanta tristeza.
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