Aunque los hinchas celebraron por anticipado el título nacional de fútbol infantil, los jugadores y el cuerpo técnico supieron aguardar.
"Campeón, Antioquia campeón...", se escuchaba a través de un megáfono que una dama hizo sonar de principio a fin en la tribuna del estadio Municipal de Girardota, para alentar a los vestidos de verde y blanco con este y otros estribillos.
Los paisas llegaron al partido frente al Valle con una buena ventaja, pues lo único que los privaba de la corona era perder por cuatro goles. Pero querían aumentar su invicto a 12 fechas (11 triunfos y un empate) y dejar en alto el honor ante su tradicional rival. Y a fe que lo consiguieron.
El marcador fue 1-1 con goles de Diego Moreno, por los de casa, y Gustavo Benjumea, por la visita, en un duelo que tuvo momentos de emotividad.
Valle, que tenía la necesidad de hacer el gasto, se encontró con un adversario nervioso que distaba mucho de su nivel. Sin embargo, no aprovechó las ventajas y dejó que los dirigidos por el técnico Víctor Girón (34 años y segundo título con Antioquia en dos años) se sacudieran a pesar de perder, por expulsión, a Mateo Cardona en el cierre del primer tiempo.
El trabajo de motivación que se hizo durante el descanso permitió que los antioqueños no bajaran los brazos y abrieran la cuenta con Moreno, después de un tiro de esquina, a los ocho minutos de la etapa complementaria.
Con ese gol retornó la tranquilidad, aunque el Valle luchó tanto que a tres minutos del final igualó con la anotación de Benjumea. Los rojiblancos ya habían sufrido la expulsión de su creativo Giovanni Belalcázar, por agresión a un contrario.
El marcador no se movió más y tras el pitazo final del árbitro Mauricio Mercado, las lágrimas y la emoción plena invadieron la cancha.
El preparador físico Carlos David Gómez corrió hasta donde el técnico Girón y, con un fuerte abrazo en el que ambos terminaron en el piso, sellaron la victoria.
Mientras tanto, el chicos hacían su fiesta en la mitad del campo, incluido Mateo Cardona que después de su expulsión lloró como un niño desconsolado. Pero esta vez las lágrimas del 10 de Antioquia eran de alegría.
Por los altoparlantes sonó el Himno Antioqueño para acompañar a los campeones nacionales que, antes de los actos protocolarios, rezaron, dieron gracias a Dios y cantaron la Chaua, ese otro himnos que nunca puede faltar antes y después de las batallas del fútbol aficionado en todo el país. "Soy antioqueño, toda la vida y por Antioquia he de morir...".
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