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Palomeque acaricia las entrañas del subsuelo

16 de noviembre de 2008
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Osny Palomeque oye desde abajo la noticia: "Que vinieron los de EL COLOMBIANO, que suba para hablar con ellos", gritan sus compañeros, 15 metros arriba.

Se alcanza a oír una carcajada desde el fondo de la tierra. Palomeque suelta la pala y responde que sí, que con mucho gusto concede declaraciones a la prensa. Su sonrisa es tan blanca y tan amplia que parece iluminar el socavón en el que está sumergido desde hace un par de horas.

Él es pilero desde hace diez años. Su misión en una obra es fundamental. Se encarga de cavar las pilas o machones que sirven de base para la construcción de un edificio.

El arquitecto Édgar Arango explica que la cantidad, la profundidad y el diámetro de las pilas en una obra depende de muchos factores. "Por ejemplo, de la altura y complejidad de la edificación, del terreno donde se construya o de la calidad del suelo. Las pilas pueden tener entre 15 y 45 metros y su diámetro también varía, en una pila puede haber hasta cuatro personas trabajando, de modo que algunas son muy grandes".

Osny Palomeque empieza a subir lentamente, lo halan desde arriba gracias al arnés que porta, conversa en el trayecto, como que no lo puede creer. Llega a la superficie y de nuevo muestra esa sonrisa amplia y hermosa, propia de la raza negra.

Sus compañeros de equipo tienen esa misma risa. También son negros y ágiles. Se burlan del repentino protagonismo del colega.

"Esto lo pagan bien. Creo que somos los mejor remunerados de la construcción", explica este chocoano al que jamás se le pasa por la cabeza la posibilidad de perder la vida por cuenta de su trabajo. "No señorita, no me da miedo, nunca me ha pasado nada. Cumplo con las normas de seguridad y además vea, acá tengo mis bolsitas de suero".

Toma suero porque pierde líquidos profusamente durante su trabajo. La hidratación es asunto de vida o muerte. Perder el conocimiento por falta de oxígeno durante el trabajo es un riesgo permanente de los pileros. Y si eso pasa, la posibilidad de morir es grande, sobre todo, cuando no hay suficiente seguridad en el perímetro de trabajo.

Según Jorge Holguín Quintero, supervisor de salud ocupacional de la constructora PSI, esta labor corresponde a una de las de mayor riesgo en la industria de la construcción. A la falta de oxígeno dentro de la tierra se suma la presencia de gases y con ellos la contaminación biológica.

"La temperatura abajo es extrema, el calor puede ser peligroso y aunque para la seguridad del trabajador es fundamental una lámpara, ésta no puede estar muy cerca porque aumenta el calor".

Además de esto, cuando la tierra cede y no se ha asegurado la pila con concreto se puede presentar una tragedia. "Eso ha pasado, pero en obras donde no hay seguridad", aclara Leonidas Valencia, quien después de casi 20 años de cavar pilas ahora es maestro de una nueva generación.

"Este trabajo es tan duro que si yo, con la experiencia que tengo, me meto ahora a una pila a trabajar, mañana no soy capaz de levantarme por el cansancio".

Doble peligrosidad
Según la norma Osha de seguridad en espacios confinados "esta labor aumenta el riesgo potencial de lesiones severas e incluso muerte por exposición a condiciones atmosféricas peligrosas, asfixia, atrapamiento, ahogamiento al ser succionado y la limitación de acceso y movimiento".

Pero como lo reitera, Palomeque no teme. "Me siento fuerte, creo que eso viene con la raza". En efecto, Leonidas Valencia, también de raza negra, asegura que aunque quisieran contratar blancos para ese trabajo, "ellos no pueden con eso, hay que sacarlos maluquiados".

Por algo, el Sistema General de Riesgos Profesionales del país estima que la construcción está en el nivel cinco de máxima peligrosidad. Dentro de ese escalafón, el de los pileros ocupa a su vez el más alto nivel porque su oficio implica dos riesgos simultáneos: trabajo en altura y en espacios confinados.

Según estadísticas de Fasecolda, el índice de mortalidad en el sector de la construcción es de 25 por 100.000, el más alto del sistema. Así mismo, ocupa el tercer lugar en el porcentaje de accidentes de trabajo, con el 10,7 por ciento. La tasa de incapacidad parcial o permanente es de 169 por 100.000, inferior a la de la industria, la minería y la pesca.

Si se viene la carga
Jorge Holguín explica que otro de los riesgos físicos que corren los pileros está en la carga de materiales. "Un balde con cemento puede pesar hasta 25 kilos, este material se debe transportar con mucho cuidado y asegurado con mosquetones. También es fundamental que exista una cuerda o 'línea de vida', para atender una emergencia en caso de que se presente".

Este profesional trabaja con una brigada de colegas en la obra. Ellos se encargan de recorrer todas y cada una de las pilas, verificar que todo el mundo tenga puesto su arnés, estén mirando al fondo de la pila y permanezcan atentos de lo que pasa abajo.

"Cuando ingresa el material el pilero debe estar afuera. Eso también es obligatorio por la seguridad".

Esta flotilla negra y entusiasta trabaja de siete de la mañana a cinco y media de la tarde. Bajan, cavan, anillan, aseguran, suben, baja, cavan, anillan, aseguran, suben...

No hay tiempo para pensar en la muerte, no conviene perder la concentración. Y a Osny Palomeque le parece que la vida es más que eso y que el suyo, es un trabajo normal. "Por eso cada día termino con el cansancio normal".

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