Heriberto plantó la bandera roja en el balcón de su casa de puro porfiado.
No le importó nada ni nadie, mucho menos las muestras de desaprobación de quienes pasaban por allí y le decían de todo.
Los que antes llegaron a insultarlo, desde hace más de tres meses, ahora le dicen: "¡qué hijueputa equipo el que tenés!".
El ex policía caldense que vive en el Alto de Misael, en Envigado, se recubrió de fe, se armó de paciencia y de mucho valor, para dejar instalada esa bandera que no ha bajado por nada del mundo del sitio en el que la "sembró".
"Un día me llegó la corazonada y me dije: no la vaya a bajar por nada. Y me dio más ánimo cuando otro hincha del DIM le dijo: Heriberto no la baje, porque mirá como los tenés (a los hinchas del cuadro rival)", cuenta feliz este seguidor escarlata que se puede dar el lujo de decir que es uno de los pocos que se atrevió a dar el paso público con tanta anticipación entre los hinchas del cuadro rojo de Antioquia.
Estos meses fueron de críticas, de abucheos de parciales del Atlético Nacional o de actos de poca fe como el de un amigo escarlata que le advirtió que quitara el estandarte "porque hasta el partido con el Junior duró la dicha".
La convicción de Heriberto ha sido única, tanto que a su esposa, Marta Cecilia Duque, que es hincha del América, y a su hijo Jefferson Steven, seguidor del Atlético Nacional, les dijo que la bandera se iba a quedar ahí hasta el 21 de diciembre, o más, cuando el DIM saliera campeón, porque este año era el de la quinta estrella.
"La última vez que saqué la bandera a pasear fue a comienzos del torneo, cuando un domingo me fui con mi señora a ver al poderoso por televisión en un estadero del barrio Obrero, de Envigado. Ese día la llevé por todo el vecindario con orgullo, hasta que se llegó el día de ponerla en donde está. Nadie me ha hecho cambiar de parecer, mucho menos con lo que me sucedió con alguien que desafiante me dijo: "un día de estos subo y se la quemo", relata gozón el ex jugador de fútbol que desde hace diez años quedó prendado a los colores rojo y azul.
"Me identifico con el Medellín, porque es un equipo humilde y con mucha entrega. Yo que jugué fútbol con escuadras de Agua de Dios y de la Policía lo hice con las ganas que le pone el elenco de hoy. Me veo reflejado en ellos y cuando se sabe lo que es sudar la camiseta, más se valora lo que el rojo hace", reseña Heriberto Valencia Atehortúa, conductor de taxi que "premia" a los hinchas del DIM que se suben a su carro, con una pequeña estampa de su nieta Ana Sofía llena de estrellas poderosas.
De nada valieron las críticas; las burlas, unas de buena y otras de mala fe, o las manifestaciones contrarias a su gusto futbolero.
Heriberto porfió durante estos meses, a punta de fe, esa que tiene instalada en su corazón, como si fuera la bandera que plantó en su casa.
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