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Probióticos no son la panacea

01 de octubre de 2008
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Una promesa con sabor. Eso es lo que ofrecen los probióticos, esos organismos vivos que al ser ingeridos afectan, para bien el balance intestinal de quien los consume.

En el intestino, explica el nutriólogo Sandro Gómez Maquet, hay bacterias que son necesarias y lo que hacen los probióticos es recambiarlas.

"Compiten con las bacterias que hay para mantener un balance que nos permite absorber mejor los alimentos", dice el especialista.

Agrega, por ejemplo, que los yogures, de por sí, tienen unas bacterias que consumen la lactosa que los hace más tolerables.

Al agregarle los probióticos, lo que se hace es optimizar esa situación.

Además, señala Gómez Maquet, mejoran la inmunoglobulina A, que sirve de defensa al organismo.

Por su parte, la nutricionista Alba Nelly Mesa, del Centro del Centro de Atención Nutricional, señala que muchos de los "agregados" que tienen los alimentos actuales están en investigación.

"No se puede decir como conclusión que son buenos o malos. Los probióticos, por ejemplo, han mostrado beneficios en personas con diarrea, pero faltan más estudios", opina.

Al respecto, el nutriólogo señala que en el Reino Unido se hizo una investigación sobre 20 productos con probióticos y apenas cuatro cumplieron con lo que prometían.

"No se pude concluir que sirva para todo", agrega Alba Nelly. Eso sí, advierte que tampoco se ha dicho que sean malos.

Su función, dice la nutricionista, es principalmente mejorar el sistema inmunológico. "En las personas en tratamientos con antibióticos, también son buenos para mejorar la flora intestinal".

Comida como medicamento
Esta tendencia de vender alimentos con promesas de salud permitió el surgimiento del concepto nutraceúticos, "que son, precisamente eso: alimentos que ejercen un efecto saludable, como los que tienen fibra", explica Gómez Maquet.

Sin embargo, ambos especialistas concuerdan en aplicar una vieja máxima de Paracelso: Nada es veneno, todo es veneno.

"De lo bueno tampoco hay que comer más de la cuenta", argumenta la nutricionista Alba Nelly.

En un momento dado, por ejemplo, las vitaminas que ofrecen pueden dar por resultado que se consuma más de las requeridas o que hagan pensar que reemplazan las que se necesitan, siendo esto un error.

"La disponibilidad de esas vitaminas no es igual a la de los alimentos como tal. No puedo rechazar comer la fruta por una caja de cereales que dicen tenerlas", expone el nutriólogo.

No son peligrosos, pero tampoco son la panacea. Pueden ayudar a suplementar, pero no como reemplazo, agrega.

Alba Nelly también anota que es necesario dejar de buscar alimentos milagrosos y "promover el consumo de las cinco porciones de fruta y verdura cada día, incluir cereales integrales y leguminosas unas tres veces a la semana".

Ya sabe pues, el cuento es ayudarse, pero no depender de este tipo de alimentos para buscar estar saludable todo el tiempo.

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