En días pasados el señor presidente Juan Manuel Santos le comunicó al país que su intención no era, "arrodillar a la guerrilla sino lograr una paz digna".
La primera parte de su decisión, "no arrodillar a la guerrilla", la teníamos totalmente clara los colombianos. Sin duda la confrontación con las Farc, por parte del Gobierno, ha tomado un rumbo totalmente diferente.
Los diálogos de La Habana han implicado bajar la guardia, no tener la ofensiva y aguantar muchas cosas para no dañar el ambiente en Cuba.
Todos los colombianos anhelamos la paz. También sabemos que un acuerdo con las Farc no será sinónimo de paz, pero sí un factor menos de violencia que nos ilusiona.
Lo que pasa es que el recrudecimiento de los ataques de las Farc a la infraestructura energética y muy especialmente a los oleoductos y torres de energía, así como los secuestros, los desplazados, los ataques a poblaciones, los carros y moto-bombas y en general su accionar terrorista, nos producen desazón y desconfianza.
Y claro… les vamos cediendo tanto… por ejemplo, ¿qué sentido tenía esconderle al país que la liberación y viaje de alias "Julián Conrado", el cantante de las Farc, no era para sumarse a la mesa de negociación sino por su enfermedad.
¿Qué pensarán las viudas y los huérfanos de policías, soldados y civiles, que enfermos murieron en la selva, secuestrados por las Farc? Todos hemos escuchado el llanto, la súplica y la petición "de rodillas" que hacen madres, esposas e hijos pidiéndoles a las Farc un poco de sentido humanitario y la liberación de sus seres queridos enfermos y pudriéndose en la selva. ¿La respuesta? "Así es la guerra".
Esta semana en Pradera, Valle del Cauca, guerrilleros de las Farc, súbditos de "Pablo Catatumbo", negociador en La Habana, hicieron estallar una moto-bomba con saldo de un muerto y sesenta y un civiles heridos.
El señor Presidente expresó que esa era una "acción torpe" de la guerrilla. Torpe no, señor Presidente, infame, inaceptable y terrorista.
Está bien Presidente: "no arrodillemos" a las Farc, pero que no nos arrodillemos ante ellos, ni que nos arrodillen.
La segunda parte de la frase… "una paz digna". En ello lo apoyamos todos los colombianos. Ojalá se logre en La Habana… apuntémosle a ello.
Solo unas preguntas ¿qué es una paz digna? ¿Digna para quién?
Sabemos que tendremos que ceder algo. Tenemos claro que debemos perdonar. Es mejor un mal arreglo que un conflicto permanente… pero, ¿díganos qué vamos a ceder? y por favor, que en eso que tenemos que ceder no vaya incluida la dignidad de los cuarenta y cuatro millones de colombianos en beneficio de los nueve mil combatientes y los cuarenta jefes de las Farc.
La sabiduría popular es clara: "es muy duro que a uno le pongan cuernos, pero más duro aún que le cuelguen la ropa ahí".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6