El cardenal de Richelieu -primer ministro de Luis XIII- recomendaba que las finanzas del reino de Francia se mantuvieran en la más completa opacidad y misterio. Era ésta -según el pensamiento del gran cardenal- condición indispensable para salvaguardar la seguridad del Estado.
Pero como no estamos en el absolutismo del siglo XVII sino en el XXI, que es el de la democracia, uno de cuyos elementos clave es la transparencia fiscal, convendría que se haga plena claridad sobre algunos aspectos de la actual política fiscal del país para no caer en las recomendaciones de Richelieu.
Algunos ejemplos:
A Bogotá se le ha dicho que la nación (para honrar la obligación legal de concurrir hasta el 70% del costo del metro) solo le podrá otorgar vigencias futuras hasta el 2017. Este es el punto que tiene atascado financieramente el inicio del metro capitalino.
Ahora bien: ¿Por qué solamente hasta el 2017? ¿Cuánto valen, entonces, las vigencias futuras que se han abierto en los últimos años? ¿Para cuáles propósitos? ¿Hasta qué punto están hipotecados ya los presupuestos de los gobiernos venideros con una masa gigantesca de compromisos futuros que ha contraído el actual? Nada se sabe al respecto.
El presupuesto del 2009 se trabajó sobre la base de que el país crecería el año entrante al 5%. Ya está claro que no será así, y que yéndonos bien creceremos solo al 2,5% - 3%.
Estos dos estimativos de crecimiento hacen una gran diferencia en el cálculo del recaudo de impuestos para los años venideros: si la senda de crecimiento es la baja -como parece lo más probable- los recaudos de los tributos en el 2009 serán sensiblemente menores al estimado en el presupuesto. Se calcula que el bajonazo podría estar entre cuatro y cinco billones de pesos. Suma inmensa.
El Ministro de Hacienda ha dicho, de otra parte, y con buen juicio, que el déficit fiscal del año entrante se mantendrá inalterado (3% del PIB) y que no se incrementará bajo ninguna circunstancia. Entonces, ¿cómo se hará la cuadratura del círculo fiscal? ¿Se reducirán los gastos? ¿Se aumentarán los impuestos? Nada se sabe al respecto.
En todos los foros, el gobierno viene anunciando con gran energía que se dispone a incrementar el gasto público como estrategia para contrarrestar los vientos fríos que comienzan a soplar por todo el mundo. La última vez que lo hizo fue durante la asamblea de la Cámara Colombiana de la Infraestructura reunida en Cartagena la semana pasada. Pero como bien lo subrayó Felipe González, orador principal en esta misma asamblea, para que un país pueda adelantar una política fiscal anticíclica en los tiempos de vacas flacas se requiere que haya ahorrado -como lo hizo Chile- en los de vacas gordas.
Nosotros hicimos todo lo contrario: no ahorramos nada en las buenas épocas. Comprometimos el dinamismo de las rentas públicas atiborrando la legislación con todo tipo de costosos privilegios tributarios otorgados a dedo a algunos sectores privilegiados. Y mantuvimos un déficit sistemático en las cuentas públicas, en vez de haber consolidado un superávit como hubiera sido recomendable y posible hacerlo.
Ahora nos enfrentamos a malos tiempos frente a los cuales tendría mucha lógica poner en marcha una política de gasto público más audaz para compensar la fase descendente de la economía. Pero para hacerlo habría que haber ahorrado en el pasado, cosa que no se hizo. Entonces ¿cómo piensa el gobierno implementar una política fiscal anticíclica sin desquiciar la macroeconomía? Nada se sabe tampoco al respecto.
Estos son el tipo de interrogantes que sería bueno dilucidar para no caer en las prácticas de misterio fiscal que preconizaba Richelieu.
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