Dos años y seis meses tras el naufragio del crucero italiano Costa Concordia, frente a la isla de Giglio, el maltrecho navío fue puesto nuevamente a flote mediante un conjunto de grandes cajones con aire comprimido. Con los 32 muertos de la tragedia aún en mente, los ingenieros ultiman los detalles para su traslado a Génova, ciudad a 370 kilómetros del siniestro.
Pero antes, el barco fue llevado 30 metros al este, donde se completarán algunas operaciones de tensión de cables y cadenas, para estabilizar la golpeada estructura del Costa Concordia. De esta forma, podrá iniciar un viaje que recorrerá 200 millas náuticas (370 kilómetros) a una velocidad de solo 3,7 kilómetros por hora.
Una vez llegado a Génova, el crucero será desmantelado, siguiendo lo establecido por Mateo Renzi, primer ministro de Italia. Al respecto, uno de los integrantes de su gabinete, Gian Luca Galletti, aconsejó prudencia en rueda de prensa: "La operación comenzó bien, pero será completada solo cuando se lleve a cabo su transporte".
Y es que hay presión sobre las autoridades y los encargados de trasladar el buque para su desguace. Los más ansiosos por dejar de ver el recordatorio de la tragedia son los mismos pobladores de la isla, cansados de años de la catastrófica postal.
"La esperanza nuestra no está al 100 por ciento, sino al 300 por ciento de que todo salga bien, que puedan sacar esto con éxito y que logren remover este testimonio de la debilidad humana a otra parte", dijo a Reuters un habitante de la zona.
Costo exorbitante
Mientras las autoridades y el gobierno prevén hacer realidad las esperanzas de los pobladores de la isla de Giglio, una de las dificultades para lograrlo va a ser incluso económica. "El costo de las operaciones es difícil de estimar, pero estas podrían alcanzar en total los 1.500 millones de euros", dijo en rueda de prensa Michael Thamm, administrador delegado de la compañía Costa Cruceros.
Henry Calderón, ingeniero naval antioqueño, explicó a este diario las causas de tamaño costo en una maniobra de reflote. "Se trata de una operación que requiere de un amplio equipo de profesionales con alto conocimiento del tema y una dedicación exclusiva al proceso. Maniobras que toman tanto tiempo en completarse requieren de un gasto elevado de tiempo y recursos, más voluntad del sector público para llevarlo a cabo", dijo.
Pero además de los fondos que se destinan para el reflote y traslado del navío, Calderón resalta los factores de riesgo que conlleva aún la operación.
"Falta mucho tiempo para poder decir que la operación fue exitosa. El equipo de ingenieros tiene todavía el reto de enfrentar condiciones adversas del clima y asegurar que la estructura del barco resista su traslado", agregó.
En este sentido también se expresó Franco Gabrielli, jefe de Protección Civil de Italia, quien cree que "la etapa más crítica es esta, cuando el barco se separa de las plataformas sobre las que fue colocado en 2012 y empieza a tener flotación parcialmente autónoma".
Como Gabrielli, todos los responsables de la operación resaltan la buena fortuna que han tenido de entrada para iniciar las labores, dado que el estado calmado del mar ha facilitado el proceso.
No solo los ciudadanos y el Estado se encuentran a la expectativa de cómo evolucionan los hechos para darle fin a este capítulo aciago de los años recientes en Italia. La empresa que está en la mira de todos Costa Cruceros espera recuperar algo de entre la chatarra y de entre todo lo malo del desastre.
El perito náutico, escritor y columnista español Fernando García Echegoyen, experto en temas navales que tiene en sus espaldas más de 15.000 investigaciones de siniestros marítimos, explicó en su portal Naufragios.es que la muerte del barco no dejará en todo caso mucho para sus propietarios.
"No sabemos hasta qué punto han sido dañados los sistemas eléctricos, electrónicos y neumáticos. Los motores o las turbinas son recuperables sin mucho problema (...) estos barcos de pasaje llevan una serie de revestimientos de madera o sintéticos carísimos, además del ajuar, y prácticamente van a quedar destruidos por el mar. Normalmente lo que se hace es vender los restos en términos "As She lay", "Tal y como yace" y los chatarreros lo desguazan", escribió.
Italianos esperan justicia
Los riesgos económicos y logísticos que amenazan con dificultar o frustrar la operación, no se comparan en nada con el velo de impunidad que se podría ceñir al proceso judicial que está en curso contra varias personas, investigadas por su culpabilidad en la tragedia. Familiares de las víctimas esperan que llegue la justicia.
Por eso más que pendientes del traslado del siniestrado barco, los ciudadanos y medios de comunicación italianos se enfocan en seguir los acontecimientos de, por ejemplo, el juicio al capitán de la nave, Francesco Schettino. Homicidio culposo múltiple, abandono de la nave antes que los 3.209 pasajeros, y no haber informado a las autoridades portuarias sobre la colisión, son algunos de los hechos por los que se le acusa.
"Para comparar la importancia que se le da al caso, el único que ha tenido una relevancia igual es el que encontró culpable de fraude fiscal al expresidente Silvio Berlusconi. Los italianos esperan ver justicia y lo evidencia el cubrimiento mediático que ha tenido el hecho", dijo en diálogo con este diario José Gómez, periodista español del diario La Verdad, radicado en Italia.
"Columnistas del medio local coinciden en que si no hay una condena ejemplar en este caso, no habrá de ningún modo justicia para con los allegados a las víctimas", agregó.
Son dos procesos en curso, uno logístico y otro judicial. Ambos están bajo el riesgo de que un error humano o una mala jugada del destino no permitan olvidar plenamente la tragedia.
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