Señalan los teóricos de las relaciones internacionales que estas se explican a partir de dos grandes paradigmas, realismo e idealismo -de allí se derivan otros enfoques-, para el realista lo que explica el comportamiento de los Estados son los intereses y la capacidad de poder disponible -obvio que los recursos de poder son variados- y que la paz es resultado del equilibrio de poder; los idealistas anotan que las relaciones entre Estados deben fundamentarse en la diplomacia, los tratados que las regulen y organismos internacionales que la garanticen y el uso de la fuerza debe ser sólo la solución de última instancia. Los presidentes norteamericanos siempre han utilizado en sus relaciones internacionales una mezcla de los dos, justifican con discursos idealistas su política, pero actúan como realistas -con base en sus intereses y recursos de poder-.
El caso de Siria es un buen ejemplo; de un lado el gobierno de Al Assad, de corte autoritario y capaz de utilizar cualquier recurso para mantenerse en el poder, y del otro los llamados rebeldes, que realmente son una mezcla de mercenarios y opositores, no son mucho mejores, pero lo que está en juego son los intereses de las potencias en la región, su posicionamiento y la defensa de sus aliados. La solución al tema de las armas químicas será una combinación de la amenaza norteamericana del uso de la fuerza militar y la propuesta de la diplomacia rusa que le dio una salida a Siria, entregar los arsenales de armas químicas, pero también al presidente Obama que estaba en una encrucijada política e internacional. Lo que ha mostrado este caso es la utilización de elementos realistas e idealistas en la búsqueda de una solución, pero también el debilitamiento de la hegemonía global norteamericana y el fortalecimiento de Rusia y China.
En el caso de la demanda de Nicaragua y el fallo de la Corte de La Haya que afecta los intereses colombianos en el Caribe, debemos decir que Colombia se equivocó desde cuando aceptó la legalidad y legitimidad de esta demanda -recordemos que Venezuela nunca ha aceptado que el tema del diferendo limítrofe con Colombia se lleve a esta Corte y finalmente Colombia ha aceptado esta tesis y el tema sigue manejándose de forma bilateral-. El presidente Santos ha hecho bien al plantear la tesis de la no aplicabilidad del fallo y poner una posición firme frente a Nicaragua al respecto, dejando sí abierta la posibilidad de negociar un tratado bilateral entre los dos países para precisar los límites. Allí debe ser claro que los intereses nacionales deben ser lo fundamental a defender utilizando todos los recursos de poder disponibles y Colombia debe prepararse en todos los terrenos para afrontar este problema, con la firmeza necesaria, pero manteniendo siempre abiertas las puertas al diálogo.
En la demanda que Ecuador había interpuesto contra Colombia en la Corte de La Haya por la fumigación con glifosato en la zona fronteriza y los daños que esto podría haber ocasionado en las poblaciones, la flora y la fauna, actuó adecuadamente la diplomacia de los dos países y se logró un acuerdo en el cual Ecuador desistió de la misma y Colombia aceptó aportar unos recursos para programas de desarrollo fronterizo; allí podríamos decir, que como no estaban en juego intereses nacionales, funcionó el adagio que más vale un mal arreglo que un buen pleito y permitió que se sigan mejorando las relaciones con un vecino importante como lo es Ecuador.
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