Aunque el lobby del Gobierno en el Congreso le sirvió para salvar esta semana la reforma política, que incluye entre otras normas la silla vacía, la suerte de la misma en su segunda vuelta -desde marzo próximo- será más difícil debido a que necesita de mayorías calificadas.
La advertencia la hizo el coordinador ponente en el Senado, el conservador José Darío Salazar, quien manifestó que el trabajo de convencimiento del Ejecutivo en la bancada oficialista deberá ser más fuerte, porque se requieren de 52 votos en Senado y 83 en Cámara de Representantes.
Por ejemplo, en la plenaria del Senado el lunes la votación de la reforma tuvo 54 votos a favor y 2 en contra, la mayoría se consiguió, pero el mismo presidente Álvaro Uribe tuvo que salir a buscar los votos para que la norma no se hundiera debido a las supuestas inhabilidades.
El martes, en el último día de sesiones ordinarias, las plenarias del Senado y Cámara avalaron la conciliación del cambio constitucional sin mayores discusiones. Los senadores fueron los primeros que "pupitriaron" para que en las sesiones que arrancan en marzo se discuta la reforma, mientras el pleno de la Cámara la aprobó hasta entrada la noche.
De acuerdo a lo aprobado en los primeros cuatro debates, el tema de la silla vacía se constituye en una de las principales novedades de esta iniciativa. Es, a juicio del Congreso, una de las formas de castigar a los partidos y movimientos que permitan la elección en las corporaciones públicas de candidatos financiados o promovidos por los grupos armados ilegales y el narcotráfico.
La norma se aplicará desde mediados de 2010 y señala que todos aquellos elegidos para corporaciones públicas que renuncien a su curul por ser investigados por nexos con grupos ilegales no tendrán reemplazo.
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