Verificación del quórum, aprobación del orden del día, aprobación del acta anterior, informes de presidente, director o administrador, fiscal y tesorero, aprobación de presupuesto para el año siguiente, elección de junta directiva o consejo, proposiciones y varios.
¿Quién tiene poderes conferidos por ausentes?
Los colombianos hemos sido sometidos este marzo a la monserga de asambleas de sindicatos, gremios, clubes, edificios en copropiedad, juntas de Acción Comunal.
En todas se sigue el mencionado orden del día. Todas son la refrendación celular del fatigante Estado santanderista, leguleyo y cicatero que constituye la médula del país.
Cuatro o cinco horas benditas se derraman, como líquido en desperdicio, en medio de discusiones sobre el inciso de estatutos que permite o prohíbe darles agilidad a asuntos de convivencia pública. Son reyes allí abogados, contabilistas y revisores fiscales. Cifras indescifrables para inexpertos en galimatías contables aturden entendimiento y convocan sueño.
Del rosario de puntos en discusión, únicamente el último, proposiciones y varios, se llena de sentido. Es donde caben reales problemas cotidianos, que deben aguardar entre bostezos mientras el furor beligerante de tinterillos despacha su bilis.
Es terrible esta escuela de democracia que remueve cada año el formalismo soportado por cada colombiano desde clases infantiles. Qué siembra poderosa la que se hizo hace dos siglos y despierta de modo masivo en asambleas de marzo. ¿Es esta la tan mentada 'participación' que se le pide al pueblo en la conducción de la cosa pública?
Tiene íntegra razón la juventud al aislarse de estos cenáculos decimonónicos donde abundan caspa, hiel y antiparras. ¿Quiere usted garantizar fracaso de cualquier iniciativa que involucre a un grupo? Nombre junta directiva, escriba estatutos y espere el desespero de reuniones, juntas y asambleas de marzo. No hay mejor antídoto para la creación y goce de lo producido.
Es preciso destruir este germen aparatoso, si se pretende fundar otro país en este país desahuciado. Es preciso dar preeminencia a contenido, sobre fórmula y requisito.
Es urgente aprender a administrar de otra manera, dejar que cada asociación se mueva a su tamaño y acomodo. Hay que proscribir el ejemplo que a diario dan los honorables congresistas. Hay que reconstituir lo honorable.
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