El final del primer periodo de la legislatura que acaba de culminar estuvo bajo la sombra del Ejecutivo hasta el punto de convocar al Congreso a sesiones extraordinarias, justo al filo de la media noche del último día de las reuniones ordinarias, con el único fin de aprobar el referendo reeleccionista. Si bien hasta el 10 de diciembre los proyectos de origen gubernamental no habían sido aprobados, en la última semana se volvió a demostrar la definitiva influencia del Gobierno.
La reforma política fue aprobada en primera vuelta, pero dejó algunos sinsabores. La reglamentación de la silla vacía no es lo suficientemente oportuna para sancionar a los partidos que hayan dado su aval a miembros vinculados con grupos armados ilegales, ya que las medidas sólo se aplicarían a partir de 2010.
Una de las mayores frustraciones del Gobierno fue el retiro de la reforma a la justicia. Claro que fue un retiro sensato, ante la falta de consenso jurídico y político. A pesar de que la reforma se planteó para afianzar la autonomía de la Rama Judicial, fue rechazada por las Altas Cortes al no lograrse una reforma estructural a la justicia ni una recuperación del equilibrio de poderes.
Pero quizá lo que le marcó la pauta al Congreso fue el referendo reeleccionista, que como una sombra no lo desamparó ni por un instante, perturbando notablemente su actividad legislativa. Hecho que llegó a su máximo punto el 16 de diciembre, día de cierre de las sesiones ordinarias, cuando el Gobierno en gran carrera contra el tiempo y en una inconveniente actitud de lobby de algunos de sus ministros, logró la aprobación de la controvertida iniciativa.
Sin embargo, hay que reconocer que no todo el quehacer legislativo se debió a las propuestas del Ejecutivo. Según Congreso Visible, del 20 de julio hasta el 11 de diciembre de 2008, se radicaron 410 proyectos de los cuales el 85 por ciento fue de origen parlamentario y tan solo el 13 por ciento, del Gobierno. Cabe destacar el proyecto de Ley de Víctimas, que lamentablemente no fue aprobado por causa de las reformas sustanciales que se le introdujeron y que, según sus promotores, desvirtuaban la esencia de la reparación y del reconocimiento de la responsabilidad del Estado.
El control político del Congreso estuvo dirigido en especial al manejo económico del país, la crisis financiera, las pirámides y la emergencia social. No obstante, también se realizaron candentes debates políticos a los falsos positivos, y a la infiltración de los grupos armados ilegales en las universidades.
Finalmente, en el balance general de 2008 al Congreso no le va bien. Al contrario, fue criticado por su ineficiencia y falta de credibilidad. A nadie se le olvida que el 31 por ciento de los congresistas están vinculados a la justicia por sus nexos con el paramilitarismo y los grupos armados ilegales. Los colombianos deseamos un Legislativo transparente y serio que haga lo que tiene que hacer: buenas leyes para los ciudadanos.
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