La Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional, sede Medellín, acaba de cumplir cien años de haber sido creada. La Facultad, que durante un siglo ha desempeñado un importante papel en la formación de profesionales dedicados a las ciencias del agro, nació oficialmente el 23 de marzo de 1914 por una ordenanza de la Asamblea departamental.
Aunque a principios del siglo veinte la agricultura era una fuente muy importante de crecimiento de la economía colombiana, con el tiempo fue perdiendo peso y hoy en día es un sector más que, aunque vital, no recibe la atención que se merece, ni alcanza un nivel de desarrollo acorde con los potenciales que se tienen.
De cara al futuro, ¿será que la Facultad seguirá desempeñando el papel que ha cumplido hasta hoy? Para responder a este interrogante resulta pertinente preguntarse por el futuro que le espera a la agricultura mundial y el significado que ello tiene para el sector agrícola colombiano.
Para comenzar, la FAO calcula que para el año 2050 la población mundial alcanzará los nueve mil millones de personas. Este mayor crecimiento provendrá, particularmente, de los sectores urbanos y de los países en desarrollo (especialmente de las economías emergentes).
Según las proyecciones de la FAO, el IFPRI y el Banco Mundial, en ese año el consumo mundial de alimentos será el doble del actual. La mitad de este crecimiento estará vinculado al aumento de la población mundial, mientras que la otra mitad responderá al incremento del ingreso per cápita de un número importante de hogares en las economías emergentes. Por tanto, un número mayor de personas incorporará más alimentos en sus comidas.
Para satisfacer esa demanda, el IICA estima que, para el año 2050, el mundo deberá elevar la producción de alimentos en al menos un 70 por ciento. Ello implica una expansión neta en la tierra arable. Sin embargo, esta expansión no será suficiente. Se requieren, además, importantes y continuos incrementos de la productividad de la tierra.
Esto pone de presente que la agricultura de una nación rica en recursos naturales, como lo es Colombia, debe recibir atención prioritaria de la sociedad y del Estado.
Actualmente, el país sólo utiliza una cuarta parte de la disponibilidad de la tierra agrícola. Hay, además, tierra aprovechable para otras actividades no menos importantes, como la ganadería y la producción forestal. Pero allí no terminan nuestras oportunidades. Podemos desarrollar bosques para capturar carbono y aprovechar la biodiversidad para otros fines, como los industriales, incluidos los farmacéuticos.
Un desarrollo amplio y sostenible de la base de recursos naturales renovables conllevaría una dinámica sin precedentes de la agricultura colombiana. Esto significaría que la demanda por los profesionales del agro y otras áreas afines a los negocios agropecuarios y agroindustriales deberá aumentar de manera importante.
En este orden de ideas, el devenir de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional, sede Medellín, dependerá, en gran medida, de qué senda de crecimiento y desarrollo quieren darle a la agricultura la sociedad y la dirigencia colombianas.
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