Los incentivos que otorgó el Gobierno para la compra de vivienda, mediante una tasa de interés subsidiada, fueron un aporte efectivo para solucionar la falta de techo propio de las familias colombianas y blindaron la construcción frente a la crisis para proteger el empleo.
Como efecto indeseado, según el reporte de estabilidad financiera del Banco de la República, hoy se registra una sobrevalorización de los precios de los nuevos proyectos de vivienda nueva y de la vivienda usada.
Una burbuja que el gremio de los constructores, ni el sector financiero con una alta cartera hipotecaria, quieren inflar conscientes de que la estabilidad del sector debe estar por encima de coyunturas de mercado y porque no resulta lógico que un esfuerzo para permitir el acceso a una vivienda digna tenga un efecto contrario por causa de un incremento acelerado y no justificado de los precios.
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