En medio del desencanto de la clase trabajadora por el futuro del sindicalismo en Venezuela, ahora debilitado y dividido, que ya no sólo preocupa a los tradicionales opositores del Gobierno sino a sus propios partidarios, los trabajadores venezolanos conmemoraron ayer el Día Internacional del Trabajo.
Esta vez, ni el llamado que hizo horas antes de las marchas el presidente Hugo Chávez para que se comprometieran con el pueblo y con la construcción del socialismo, logró eliminar el descontento creciente entre los trabajadores, quienes ahora parecen más preocupados por el retraso que hay en la discusión de los contratos colectivos y por la eliminación de antiguos beneficios laborales que perdieron en negociaciones recientes entre el Gobierno y la nueva dirigencia sindical.
En diálogo con un periódico venezolano, una frase del dirigente sindical Félix Márquez condensa el pensamiento de gran parte de sus compañeros: "Los trabajadores estamos decepcionados rotundamente. Más que marchar para solicitar más beneficios, marcharemos hoy (ayer) para que no se pierdan".
De acuerdo con un empleado del Metro de Caracas, uno de los temas recurrentes entre sus compañeros de labor, que hasta hace pocos meses acompañaban al Presidente, es hasta dónde seguirá el empeño del mandatario en eliminar los antiguos sindicatos y conformar en su reemplazo consejos socialistas, como lo establece un proyecto de ley de propiedad social que hace curso en la Asamblea Nacional.
En el Estado Bolívar, donde se encuentran las empresas básicas en la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) las protestas también van en aumento mientras la credibilidad en el Presidente desciende por la crítica situación que vive la región. Igual ocurre en estados de la frontera colombo-venezolana, golpeados además del desempleo y el alto costo de la vida por la violencia y el secuestro.
Celebración y protesta
Y como se ha vuelto tradición, dos marchas diferentes se realizaron en la capital venezolana, en lo que muestra la división que hay en el país.
Por un lado, se observó a los seguidores de Chávez, en un acto organizado por el propio Gobierno, a quienes se les permitió movilizarse desde tres diversos sectores sin ningún contratiempo. Por otro se vio a los opositores, liderados por políticos y los tradicionales dirigentes sindicales, a quienes no se les permitió terminar su recorrido y cuya manifestación fue disuelta con gases lacrimógenos por la Guardia Nacional y la Policía Metropolitana.
Mientras los partidarios del Gobierno celebraban su propia fiesta y no tuvieron ningún contratiempo, los opositores se quejaron porque además de recortarles el recorrido para el cual les habían dado permiso, fueron atacados por miembros de la Guardia Nacional y la Policía, sin importar la presencia de personas mayores y niños.
El alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, dijo que este Gobierno reprime a los ciudadanos que defienden la Constitución y rechazó el que se utilice a los cuerpos policiales para atacar a las personas. "Es un despliegue desproporcionado", insistió.
El diputado del partido Podemos, Ismael García, antiguo aliado de Chávez, manifestó que sentía una profunda indignación por la arremetida policial y aclaró que esos lacrimógenos y perdigones fueron lanzados contra la gente y "allí habían viejitas".
El jefe del Comando Regional Número Cinco, Alirio Rodríguez, dijo que existe una garantía constitucional que dice que hay que respetar las manifestaciones siempre que sean pacíficas y no promuevan la violencia y añadió que un grupo de jóvenes con camisas blancas fueron quienes arremetieron violentamente contra los uniformados.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6