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70 años del fin de un símbolo del holocausto nazi

El campo de exterminio de Auschwitz fue liberado hace siete décadas, pero expertos y líderes aún advierten de los riesgos de que ocurra algo similar.

  • Varios de los supervivientes de Auschwitz pasaron ayer por la infame inscripción de su entrada.
    Varios de los supervivientes de Auschwitz pasaron ayer por la infame inscripción de su entrada.
  • Muchos de ellos presentan aún marcas de su paso por el campo de concentración.
    Muchos de ellos presentan aún marcas de su paso por el campo de concentración.
  • El sitio conserva los innumerables zapatos de las víctimas del horror como monumento a la memoria.
    El sitio conserva los innumerables zapatos de las víctimas del horror como monumento a la memoria.
  • La conmemoración también dio para el encuentro de viejos conocidos, unidos por la tragedia.
    La conmemoración también dio para el encuentro de viejos conocidos, unidos por la tragedia.
  • Desde Berlín, en el Memorial del Holocausto, también se recordó con tristeza el día.
    Desde Berlín, en el Memorial del Holocausto, también se recordó con tristeza el día.
  • Distintos mandatarios, como el de Ucrania (der.) acudieron al acto. FOTOs afp, ap y reuters
    Distintos mandatarios, como el de Ucrania (der.) acudieron al acto. FOTOs afp, ap y reuters
70 años del fin de un símbolo del holocausto nazi
28 de enero de 2015
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En su huida criminal y con los soviéticos pisando sus talones, los nazis intentaron borrar toda evidencia de una de las atrocidades más vergonzosas de la historia de la humanidad. No lo lograron. Hoy el crimen persiste en las montañas de zapatos y maletas que aún se pueden ver en Auschwitz, pertenecientes a las más de un millón de personas asesinadas en el campo de exterminio.

Fueron por tanto millones de sueños, de alegrías asesinadas de un tajo. También con engaño, con frío rigor científico y con la movilización de toda una industria al servicio de las más bajas y banales ideas.

Ayer, cerca de 300 supervivientes del horror, ya en sus ochenta y noventa años, acudieron al lugar, y recordaron cuando eran apenas unos niños y crecían entre la muerte. Parte de ellos aún ve vivamente el momento en que se despidieron de sus familiares y las últimas palabras que les dijeron.

“Eres joven y fuerte, sé que vas a sobrevivir por tu cuenta. Debes honrar nuestra memoria viviendo, no llorando por nosotros. Eso es lo que debes hacer”, fue lo último que escuchó de su padre Martin Greenfield (nacido Maximilian Grunfeld), un judío checo que es hoy día uno de los más respetados sastres de Nueva York, con tres expresidentes de E.U. como sus clientes, entre otras personalidades.

Como Greenfield, los supervivientes de Auschwitz pueden decir que honraron la memoria de sus padres, madres, hermanos y hermanas asesinadas.

Conmemoración mundial

Entre los líderes que acudieron al campo y que acompañaron a los cientos de sobrevivientes, se contaron los presidentes de Alemania y Austria, naciones responsables que han pasado décadas expiando sus pecados, además del francés, François Hollande, entre otros. Estados Unidos envió una delegación encabezada por el Secretario del Tesoro, Jack Lew.

El presidente estadounidense, Barack Obama, se refirió al tema en comunicado desde Washington. El mandatario instó a “honrar a las víctimas y a los sobrevivientes”, lo que implica reconocer “el valor y la dignidad de cada persona. Todo lo que exige coraje para proteger a los perseguidos y denunciar la intolerancia y el odio”.

El primer ministro británico, David Cameron, quien presidió un acto conmemorativo desde el Parlamento del Reino Unido, agregó: “enseñaremos a las generaciones los valores británicos del respeto y la tolerancia que tanto apreciamos. Nos aseguraremos de que todos aprendan las lecciones a partir de los testimonios de los supervivientes, incluso después de que todos ellos se hayan marchado”.

Y es que para muchos este será el último acto para gran parte de los 300 sobrevivientes. Ya podrían ser solo decenas los que acudan a la próxima conmemoración de alto nivel para construir memoria.

Así dijo a The Guardian Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial. “Es el último gran evento para muchos de ellos. Para cuando lleguemos al 75 aniversario, no habrá prácticamente nadie”, advirtió.

En diálogo con EL COLOMBIANO, Adriana Cooper, periodista y docente del colegio judío Teodoro Herlz, coincidió con Lauder: “Ahora se hace más importante recordar lo que ocurrió en Auschwitz. A medida que pasa el tiempo el holocausto se convierte en algo mucho más lejano. El riesgo que conlleva esto es que la gente olvide. Asimismo, los sobrevivientes y testigos son cada vez menos”.

Una “solución” banal

Por orden del comandante en jefe de las SS, Heinrich Himler, en 1940 se construyeron dos campos de concentración (I y III) y uno de exterminio (II - Birkenau) en el complejo de Auschwitz, ubicado a 43 km de la ciudad polaca de Cracovia.

El nazi a cargo del lugar, hasta 1943, fue el teniente coronel Rudolf Höss, que después de la guerra, por orden de la justicia polaca, terminó siendo ejecutado en el mismo lugar, el 16 de abril de 1947. Tras Höss, supervisaron el lugar de exterminio el teniente coronel Arthur Liebehenschel (1943-1944), y el mayor Richard Baer (1944-1945), que sufrieron destino similar luego de su captura.

Fue por Höss, que ya tenía experiencia criminal en los campos de Dachau, que se instauró a la entrada del lugar la inscripción Arbeit macht frei (“El trabajo os hará libres”).

“Ya desde 1940 habían prisioneros rusos y polacos, pero el lugar no tenía el objetivo de ser un campo de exterminio, sino de concentración. Moría gente por montones, pero en un sitio en principio pensado para que hicieran labores forzadas para empresas alemanas. Los hornos y la estructura expresamente para matar llegó después, tras la decisión nazi de acelerar la “solución final”, de exterminar a los judíos europeos. Eso fue en 1942, con la conferencia de Wannsee”, explicó a este diario David Solar, director de la revista La Aventura de la Historia.

En ese momento se fue automatizando la atrocidad. Un tren llegaba al campo de Auschwitz II, construido con dicho propósito. Masas mayormente de judíos -pero también de gitanos, homosexuales, y cualquier otro grupo social condenado por el nazismo-, se bajaban de los vagones.

Luego de esto, personajes como el “ángel de la muerte”, el médico Josef Mengele, decidían quién era apto para labores forzadas o como objeto de infames experimentos científicos. El resto iba directo a las cámaras de gas, bajo engaños de que recibirían allí una ducha desinfectante. Antes de entrar se le ordenaba a las víctimas que se desnudaran. Ya adentro del lugar se descargaba el agente tóxico Zyklon B por las aperturas en el techo. De un tajo se podían asesinar más de 3.000 personas.

Nunca más

Europa asiste hoy al fortalecimiento de grupos extremistas, tales como los islamófobos, todo por amenazas procedentes desde el exterior, e instaladas de a poco en el viejo continente como lo es el yihadismo. La poca tolerancia entre radicales de distintas etnias y religiones preocupa a la sociedad que queda en medio.

José Ángel Hernández, director del Departamento de Historia de la Universidad Sergio Arboleda, advirtió sobre la posibilidad de que no se haya aprendido nada de la historia: “en estos tiempos de crisis e inestabilidad política y social , deberíamos estar especialmente alerta para prevenir actitudes que pudieran , sino repetir , sí justificar estas actitudes execrables”.

Infográfico

A 70 años del final de Auschwitz, expertos y políticos advierten sobre un resurgimiento del odio entre visiones extremistas.

500
mil personas o más,
según cálculos, planearon y ejecutaron el holocausto nazi.

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