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La ONU fue clara: cuando haya pasado la pandemia, el mundo será más pobre y desigual, un fenómeno que tocará con mayor fuerza a Latinoamérica. Así lo advirtió un informe de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (Cepal), adscrita a ese organismo multilateral.
Las proyecciones no son optimistas. La Cepal prevé que el Producto Interno Bruto de la región se contraerá este año 9,1 %, en la “mayor recesión económica en 100 años”.
Asimismo, se espera una caída de alrededor del 20 % en dos grandes vías de ingresos: las exportaciones y las remesas, lo que contrasta con la situación actual, pues Latinoamérica ha pasado a ser el epicentro mundial.
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, afirmó a medios de comunicación que “esta situación va a generar un incremento claro de la pobreza. 45 millones de personas sufrirán esta condición por primera vez, sumando 230 millones de pobres en la región”.
Algo que inquieta aún más a la ONU, pues según sus indicadores, Latinoamérica ya era considerada “la región más desigual del mundo”. El secretario general del organismo, António Guterres, enfatizó al respecto que “para reconstruir un mejor planeta es necesario transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe”. Pero ¿cómo lograrlo?
Consultada por EL COLOMBIANO, Eliana Villa, magíster en Ingeniería Administrativa de la Universidad Nacional, explicó que “la pandemia solo vino a demostrar las realidades de Latinoamérica y de los países pobres en general: el desempleo, el hambre, la falta de una vivienda digna, la falta de acceso a la educación para todos por igual, la pobreza y el consumo de los recursos naturales de manera desbordada”.
En ese sentido, “la pandemia solamente ha ‘destapado la olla’ y mostrado que los países en crecimiento siempre seremos los más vulnerables porque es en los cuales hay mayores condiciones para convertirnos en caldo de cultivo para que cualquier enfermedad tenga éxito y se extienda por la población”, añadió.
Partiendo de ese punto, Daniel Cardona, doctorando en Desarrollo Económico Internacional de la U. Politécnica de Valencia, explica que “cambiar esa proyección negativa que hace la Cepal es muy difícil, lo que se puede hacer es reducir el impacto a partir del ajuste en las políticas del modelo económico, o sea, tratar de minimizar la afectación en la inflación, en el PIB y en el desempleo. Eso se logra desde el gasto público y el ajuste de las políticas cambiaria y crediticia de los bancos centrales”.
El experto señala que “es posible tomar varios caminos. Hay quienes acudirían en este punto a un modelo de capitalismo humano, es decir, a acciones filantrópicas y de responsabilidad social corporativa para impulsar que las empresas, más allá de las ganancias financieras, estén pensando en la comunidad. Pero en este caso creo que no sería una solución efectiva, porque esa es una construcción a largo plazo y necesitamos soluciones más inmediatas. Además, en un panorama de crisis, no sé qué tan dispuestas estén las empresas a ceder la poca utilidad que logren”.
Cardona plantea en cambio utilizar la metodología de innovación transformativa, “que implica darle uso a las ideas que ya están desarrollándose, a lo que ya la sociedad está haciendo en pequeña escala y que se puede aprovechar para direccionarlo hacia el crecimiento generalizado”. Esto es, “tener en cuenta las iniciativas pequeñas que están naciendo en las comunidades con el objetivo de reducir la pobreza y retomar los saberes ancestrales, tradicionales y culturales que se deben incluir en la visión de desarrollo. Así las políticas públicas no le van a apuntar únicamente a cumplir objetivos de los gobiernos, sino a solucionar los problemas específicos de la sociedad, donde la comunidad pasa a ser actor vivo y móvil que no solo recibe, sino que aporta”.
Pero, considera Eliana Villa, las propuestas “no tienen por qué ser excluyentes, sino que pueden ser aplicadas en cada contexto. Formular políticas públicas por regiones, consensuando las soluciones con los pobladores y, en últimas, eliminar los modelos que cuadriculan las decisiones económicas, políticas y sociales sin ver más allá que el crecimiento económico. El crecimiento no es el fin en sí mismo, porque riqueza ya hay suficiente para todos, pero está concentrada”.