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Conozca al futuro beato José Gregorio Hernández

Mientras su cuerpo era exhumado, cientos de feligreses acudían a la ceremonia a pedirle al doctor que los cure de la covid-19.

  • Decenas de personas asistieron a la ceremonia de exhumación de los restos de José Gregorio Hernández en la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, en Caracas (Venezuela). FOTO efe
    Decenas de personas asistieron a la ceremonia de exhumación de los restos de José Gregorio Hernández en la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, en Caracas (Venezuela). FOTO efe
27 de octubre de 2020
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“La persona enferma debe estar vestida de blanco, encerrarse en una habitación, que la cama tenga sábanas blancas y disponer una pequeña bandeja con alcohol, algodones y agua”. Así describe el doctor en Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Javeriana, Hernán Olano, el ritual popular tras el que los devotos del futuro beato José Gregorio Hernández, “el médico de los pobres”, aseguraban haber sido intervenidos quirúrgicamente por él.

Ayer, en la capital venezolana, los restos mortales de Hernández fueron exhumados en una solemne ceremonia para extraer de ellos las reliquias, que explica Olano, “pueden ser pequeños trozos de sus huesos o de objetos que hayan estado en contacto directo con él, como sus vestiduras”, un paso fundamental antes de la ceremonia de beatificación, que será realizada en el Vaticano en el primer trimestre de 2021 (ver recuadro).

Olano describe al futuro beato (persona que a consideración de la Iglesia católica llevó una vida ejemplar y está en proceso de ser reconocido como santo), como un ícono, no solo religioso sino también cultural, tanto de Venezuela, como de América Latina.

La Conferencia Episcopal de Venezuela describe al médico, que murió atropellado por un vehículo el 29 de julio de 1919, como un “científico, profesor, laico ejemplar, modelo de valores cristianos y hombre con ardor apostólico, velando siempre por el prójimo”.

Además, destaca que como doctor “atendía a todo el que lo necesitara, teniendo especial empatía por los más desfavorecidos que no contaban con los suficientes recursos económicos para su tratamiento. Él les ayudaba desinteresadamente, movido por su vocación de médico pero por sobre todo, por su misión cristiana, fortalecida en la espiritualidad franciscana”.

Un temperamento que le valió el cariño popular y que a su muerte desató un fervor que se extendió por varios países, al punto en que aún hoy, personas que se hacen llamar sus intermediarios aseguran lograr milagrosas curaciones movidos por la fe. Así lo explica el profesor de Religiones del Mundo de la Universidad Pontificia Bolivariana, Jesús David Cifuentes.

“Esto encaja un fenómeno y es que la gente acude a un pensamiento simbólico, a una búsqueda de orden y significado que reduce la incertidumbre. Con la figura de Hernández se desata todo un furor en el que también se mezclan aspectos de la santería venezolana, que suple una necesidad de protección y de resguardo, cuando las respuestas del mundo científico no satisface todas las preguntas”, explica.

El proceso de beatificación de Hernández inició hace 71 años, cuando, según reseña la Conferencia Episcopal de Venezuela, el entonces arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Castillo, inició dicha causa.

Luego de la ceremonia de beatificación, las reliquias recogidas ayer en la exhumación se distribuirán en las diócesis venezolanas y se enviarán a los países que instauren santuarios a nombre del doctor que “entregó toda su vida y su conocimiento a los demás”.

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