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Lo que las fuerzas de izquierda de España no lograron pactar en seis meses, desde abril y hasta elecciones del pasado domingo, lo consiguieron en 48 horas otros sectores. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de Pedro Sánchez, y el Unidas Podemos, de Pablo Iglesias, firmaron un preacuerdo de coalición para un gobierno progresista que mantiene a Sánchez en la presidencia y asciende a Iglesias a la vicepresidencia.
Dos cargos que fueron relativamente esquivos para ambos. Si bien la cabeza del PSOE está en la presidencia de gobierno desde junio de 2018, la primera fase de su mandato estuvo debilitada por la carencia de una mayoría parlamentaria y desde las elecciones abril estaba en ese rol “en funciones”, a la espera de conseguir el respaldo parlamentario para formar gobierno ante el carente quórum de su partido.
Iglesias no se queda atrás. Con el resultado de esos comicios estuvo buscando una coalición con Sánchez, pero ninguno de los dos cedía. Meses atrás, Unidas Podemos pedía unos ministerios y la vicepresidencia para su líder Iglesias, condición que siempre recibió la negativa del PSOE. Así, esa colectividad prefirió arriesgarse y realizar nuevos comicios el pasado 10 de noviembre.
Lejos de fortalecerse, salieron perdiendo. El PSOE se quedó sin 600 mil votos y 3 escaños en el Parlamento, pasando de 123 curules a 120. Y el saldo para Unidas Podemos fue peor: logró 35 diputados a diferencia de los 42 que tenía en abril. Todo esto sin contar con la aparición de Vox, un partido de extrema derecha como tercera fuerza, que contó con 52 diputados.
Sánchez convocó a la rueda de prensa para anunciar el gobierno en coalición sin ni siquiera explorar con otros líderes puntos en común. Fue una negociación exprés, de dos días. Iglesias lo dijo ayer martes: “Lo que en abril era una oportunidad histórica se había convertido en una necesidad”, prometiendo que la coalición progresista es “la vacuna contra la extrema derecha”.
Sánchez, quien estrechó sonriente la mano de Iglesias y con las luces de las cámaras sobre ellos, aseguró que “no había justificación para persistir en el bloqueo”. Así la política española llega a un hito formando el primer gobierno de coalición de la historia, figura que estuvo esquiva ante la mayoría absoluta parlamentaria que desde 1982 han tenido el PSOE y el Partido Popular.
Por eso, para el director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, Miguel Gomis, “este es el aprendizaje de lo que significa un sistema parlamentario, previsto para que haya más diálogo. Permite salir de una visión simplista de la política”.
Ya está el preacuerdo de gobierno. Ahora, necesitan sumar unos cuantos diputados más a su favor. El Parlamento tiene 350 asientos y entre el PSOE y Unidas Podemos alcanzan 155. El siguiente paso es que el Rey Felipe convoque al debate de investidura, que puede tener dos jornadas.
En al primera, para que se concrete el gobierno, se necesita mayoría absoluta, más de 176 diputados. En la segunda, mayoría simple, es decir, más votos a favor que en contra. Entonces, ahora Sánchez tiene la opción de intentar alianzas con pequeñas colectividades para conseguir su nombramiento en el primer debate o de esperar hasta el segundo.
“ Cuentan con la base, pero necesitan apoyo de otros partidos. Tienen que negociar”, explica el consultor político de ese país, Xavier Peytibi. Aún así, el cambio político en España ya comenzó y Sánchez e Iglesias plasmaron una alianza que antes parecía improbable y que tuvo el gobierno del país paralizado seis meses.