Hungría destierra la palabra “género” de universidades

Estos estudios desaparecerán de las instituciones a partir de 2019, por decreto gubernamental, al ser considerados “inútiles” e ideológicos.

ilustración Esteban parís

“De repente, desaparecimos”, escribió en redes sociales la profesora del Instituto de Estudios de Género de la Universidad Central Europea Andrea Peto, al conocer la prohibición de los estudios de género en las universidades, por parte del gobierno de Hungría.

La decisión, que entró en vigor el sábado, establece que a partir de 2019 las universidades no podrán convocar exámenes de ingreso para estos estudios. Para el gobierno conservador de Viktor Orbán, las investigaciones sobre el género no son un área académica, sino de una ideología equiparable con el marxismo e “inútil para el mercado laboral del país”, según dijo en agosto el secretario de educación Bénce Rétváril.

La palabra “género” se ha convertido en un tabú entre varios académicos de ese país, donde el gobierno libra una “guerra cultural” contra las ideas liberales, de acuerdo a las denuncias de la comunidad universitaria.

Este año, por ejemplo, una investigación sobre tecnologías de la información que iba a presentarse en la Academia de Ciencias de Hungría eliminó el término “género” de su título para evitar la censura estatal. El trabajo, renombrado “El éxito de hombres y mujeres en la tecnología de la información basada en Big Data”, fue igualmente retirado del programa principal del evento académico.

El decreto aplicará en los posgrados, puntualmente para la Universidad estatal de Eötvös Lóránd (Elte), y la Universidad Centroeuropea (Ceu). Esta última, fundada con fondos estadounidenses en 1991, en medio de la transición de Hungría hacia la democracia, ha sido blanco de Orbán. En abril de este año se aprobó una ley que condiciona la existencia de las universidades extranjeras a la aprobación del gobierno.

Hungría incomoda a la UE

Pero la disputa del gobierno de Orbán no es solo contra ciertas universidades, sino que se extiende hasta la propia Unión Europea, de la que hace parte desde 2004. Miguel Martínez, docente de relaciones internacionales de la Universidad Externado, explica que las decisiones de este país en los últimos años en materia de rechazo de los refugiados y de las libertades “van en contra de los valores de la Unión Europea. De haberlas tomado antes de ingresar a la comunidad, no habrían entrado siquiera”.

Orbán es miembro del Partido Popular Europeo, del que también hacen parte la canciller alemana Angela Merkel y el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk. Sin embargo, se ha convertido en un obstáculo para sus propios aliados. En 2015 lideró la oposición al plan de Bruselas para que los países europeos se repartieran por cuotas los migrantes solicitantes de asilo y ha manifestado que Hungría “nunca será un país de refugiados”.

Esta postura radical llevó a que en septiembre de este año, por primera vez en su historia, la Unión Europea aplicara a Hungría el artículo 7 de Tratado de Lisboa, que señala que un Estado miembro puede ser sancionado con la pérdida de su derecho al voto en el Consejo Europeo si viola principios de la comunidad.

A pesar de la posición minoritaria de Hungría en el panorama político de ese continente, cuenta con el apoyo de líderes de derecha como Matteo Salvini, en Italia, y el mandatario polaco Jaroslaw Kacynski. Juntos, como señala Martínez, conforman un bloque antimigración y en general opuesto a la línea tradicional que se medirá con esta en las elecciones europeas de 2019.

¿Ideología de género?

“No se nace mujer: se llega a serlo. El conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que suele calificar de femenino”. Este es un fragmento de El segundo sexo, de la escritora Simone de Beauvoir, uno de los clásicos de los estudios de género. En síntesis, esta área de estudio toma en cuenta el género, como una construcción social, para entender distintas áreas del conocimiento, como la economía y la política.

Natalia Moreno, magister en estudios de género de la Universidad Nacional, señala que, en la economía, por ejemplo, “se ignoraba el trabajo no remunerado que tradicionalmente han realizado las mujeres a nivel doméstico. Este permite que la sociedad funcione y equivale al 20% del PIB de Colombia, según el Dane. Sin los estudios de género, el relato que había era que las mujeres no aportaban a la economía”.

Según la académica, el sesgo ideológico no está en estos enfoques sino en quienes pretenden negarlos. En cualquier caso, la reacción de estudiantes y profesores húngaros percibe este decreto como “una nueva era” en la educación de su país. Una, que en palabras del estudiante de la Ceu Felipe González –en una carta al director de El País, de España– “trae amargos recuerdos de un pasado que creíamos no volvería jamás”