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La crisis institucional del Perú –desatada por la decisión del expresidente Pedro Castillo de disolver el Congreso y su posterior captura por parte de la policía– ha sido el motivo de discusión pública de las últimas horas en Latinoamérica. Castillo salió por la puerta de atrás de la sede gobierno y al intentar ingresar a la embajada de México en Perú para solicitar asilo fue detenido. El juez supremo de su país dictó siete días de detención preventiva en su contra por la alta probabilidad de fuga.
El presidente de Colombia Gustavo Petro reaccionó a los acontecimientos en el vecino país pidiéndole a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tomar cartas a favor de Castillo expidiendo medidas cautelares. “Se ha conculcado el derecho a elegir y ser elegido y el tener un tribunal independiente de juzgamiento”, escribió Petro en su cuenta de Twitter.
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Sin embargo, la CIDH ya había emitido un comunicado en el que se alejaba de la interpretación de los acontecimientos hecha por Petro. Uno de los pasajes del texto de la CIDH señala que la decisión de Castillo de disolver el Congreso desconoció las previsiones de la constitución peruana, en particular el artículo 134.
Por lo tanto, el organismo internacional “reconoce la actuación inmediata de las instituciones del Perú en defensa de la democracia para evitar la concreción del quiebre institucional y reafirma que aquella debe ser resguardada por la vigencia del Estado de derecho”. En otras palabras, reconoce la legalidad de la destitución de Castillo y le da la espalda a la petición de Petro.
La afinidad ideológica de Castillo y de Petro ha quedado a la vista de todos. En una de sus primeras reacciones Petro afirmó que la condición social y racial de Castillo fue una de las causas de la enérgica oposición que varios partidos políticos peruanos le hicieron: “Pedro Castillo por ser profesor de la Sierra y presidente de elección popular fue arrinconado desde el primer día”, escribió el primer mandatario colombiano.
Recordó las circunstancias en las que se conocieron, un momento difícil para Castillo: “Cuando conocí a Pedro Castillo intentaban allanar el palacio de gobierno para detener a su esposa y a su hija. Atribulado me recibió. Ya se desarrollaba un golpe parlamentario en su contra”, afirmó.
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Sin embargo, Petro calificó de suicidio político el intento de Castillo de cerrar el congreso. También la organización HRW condenó el intento de Castillo y avaló el paso del poder a la vicepresidenta Dina Boluarte.