El domingo, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro salió a pasear con su familia al lago Paranoá en Brasilia. Dio vueltas en una moto acuática, se rió un rato y luego regresó a sus tareas de mandatario. En otro lado de la capital los bolsonaristas marcharon contra el Congreso, el Tribunal Supremo Federal y la cuarentena. Esa triada de rivalidades de los seguidores del mandatario son, justamente, los adversarios que él tiene.
Mientras Bolsonaro y sus aliados parecen vivir en un mundo sin pandemia, el coronavirus se toma Brasil como una plaga difícil de frenar. Ayer en la mañana era el octavo país con más casos y al cierre de esta edición ya estaba sexto con 186 mil, según Johns Hopkins University. También es el más contagiado de la región y el segundo en América después de Estados Unidos, que tiene 1,4 millones.
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Ambos reflejan la expansión de la enfermedad en la región, que llevó a que la Organización Mundial de la Salud dejara ver que el continente se encamina a ser el epicentro del virus. “América va definitivamente por delante en la pandemia por el número de casos y están ocurriendo muchas muertes”, comentó una de las portavoces de la OMS, Margaret Harris.
Aunque el epicentro esté en el continente, esto no quiere decir que la situación sea crítica en toda América. “El comportamiento del virus está muy relacionado con lo que cada país ha hecho. En Brasil, Estados Unidos y México, donde el confinamiento ha sido reducido, la gente ha tenido más libertad y la economía ha tratado de mantenerse, las situaciones son más graves. Por eso hay más muertos y enfermos”, explica la viróloga de la Universidad Javeriana, María Fernanda Gutiérrez.
Perú ocupa el puesto 14 en el ámbito mundial, con 72 mil casos; México, el 18 con 38 mil, y Chile el 19 con 34 mil. En otros términos, algunas zonas comienzan a vivir lo que sucedió en España e Italia, por citar dos casos, entre marzo y abril: un repunte de contagios que al cierre de cada jornada bate récords. Solo el martes Brasil tuvo 881 decesos y se confirmaron otros 9.258 contagios, el día con más fallecimientos.
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América apunta a Bolsonaro
Al tiempo que la enfermedad corre, Bolsonaro publicó el lunes un decreto presidencial autorizando abrir peluquerías, gimnasios y barberías porque son, para él, actividades “esenciales” de la economía. “Pintarse las uñas, arreglarse el cabello, etc., es una cuestión de higiene”, aseguró. Hay diez estados, como São Paulo, que se niegan a abrir esos comercios por temor a que la concentración de gente aumente casos.
La respuesta de al coronavirus ya comenzó a generar tensiones con algunos de los diez países con los que comparte fronteras terrestres. Su homólogo en Argentina, Alberto Fernández, aseguró que Brasil “es un riesgo muy grande”. En Paraguay, Mario Abdo Benítez indico que es “una gran amenaza” para la seguridad sanitaria y, en Colombia, la frontera fue militarizada para evitar casos importados.
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El coronavirus lleva semanas circulando por el continente y desde hace mes y medio se conoció que el epicentro llegó a América, en Nueva York. El problema es, entonces, la inacción. “Con Brasil ha sido fundamental la postura que tomo el Gobierno, una reacción tardía. Se presentaron marchas masivas que el presidente favoreció, hubo un desorden desde el poder que llegó a las personas, dice la epidemióloga de la Universidad CES, Yessica Giraldo.
La naturaleza de la pandemia hace que el epicentro se mueva, conforme en una región se registran más contagios y decesos. Primero fue Wuhan, la ciudad de China donde comenzó el brote. Luego España, Italia y otros europeos, saltó a Estados Unidos y ahora se ensancha con ciertas zonas de América. “La variable también depende de la forma como el virus ingresa en los países y qué hacen para controlarlo”, apunta el infectólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, Juan Carlos Cataño.
El epicentro está cerca, pero en Colombia la curva comienza a controlarse y esa es la evidencia, hasta ahora, de la diferencia entre actuar o mirar impávido la expansión del virus. Bolsonaro parece hacer lo segundo: a finales de abril, cuando en una rueda de prensa le preguntaron sobre las muertes por la enfermedad su respuesta fue contundente: “¿Y qué?” .