A solo un día de que se cumplan cuatro años del derrocamiento de Hosni Mubarak —dictador que duró tres décadas tiranizando a su pueblo—, medios, expertos y líderes en el mundo no tienen duda de que Egipto volvió a una situación similar, con un régimen militar que solo trae muerte o encierro para quienes expresen cierta oposición a sus políticas. El domingo el fútbol fue el campo de batalla de opositores y dictadura, pero, por supuesto, las víctimas fueron civiles.
Los hechos se registraron a las afueras del estadio de la Defensa Aérea, antes de que los clubes Zamalek y Enppi jugaran un partido. Con el fútbol ahora suspendido, se inició una investigación entre el escepticismo de familiares.
Cabe recordar que fue precisamente a finales de 2010, e inicios de 2011, que se empezaron a registrar incidentes violentos entre hinchas (en especial del club Al Ahly), y las autoridades egipcias, lo que inició una oleada de descontento que devino en el derrocamiento del tirano. Especial recuerdo en los opositores al histórico poderío militar egipcio suscitan los hechos del 2 de febrero de 2011, día en que fueron los hooligans (ya acostumbrados a las peleas campales), los que se encargaron de defender las protestas de Tahrir y evitaron que la policía desalojara a los manifestantes.
Como reconociendo la responsabilidad de los hinchas en los cambios que se produjeron por entonces en Egipto, los militares respondieron matando a 28 de ellos, el 9 de octubre de 2011, y permitiendo el asesinato de otros 74, exactamente un año después, el 2 de febrero de 2012, en hechos polémicos y aún poco esclarecidos por la justicia.
Democracia aún lejana
“En Egipto se pasó no de una dictadura a un sistema democrático, sino de una dictadura a otra. No hay duda que bajo el régimen de Abdelfatah al Sisi, y sus decretos que han hecho ilegales la oposición y las marchas, resulta natural que haya un nutrido grupo de egipcios haciendo resistencia. Matanzas como las que acaban de ocurrir no son algo nuevo y seguirán pasando, tal como están las cosas hoy día en Egipto”, dijo a este diario Enrique Serrano, docente de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
El Imam Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico, discrepó respecto a señalar al régimen, en un contexto en el que, según ve, Egipto está sumido en el caos por cuenta de musulmanes radicales. “El asunto es que si no son los militares los que controlan, el país se ve abocado al caos por cuenta de los extremistas. Esto quedó claro cuando estaba Mohammed Mursi en el poder, y pretendía que solo hubiera una visión del Islam en un país tradicionalmente diverso”, argumentó.
Para Zapata la solución a los problemas de Egipto es que “desde la Academia, uno de los aspectos más importantes del país, se promueva la diversidad del Islam como uno de los fundamentos de la sociedad. Se necesita un espacio para fomentar el diálogo entre distintos sectores”.
Serrano, en cambio, no ve una salida a la crisis del país “si Occidente sigue mirando a otro lado ante los graves crímenes que se ven desde hace años por el régimen y la falta de democracia. Las potencias occidentales siempre piensan en la cuestión estratégica y en un gobierno secular, por tratarse de Oriente Medio. No le importa tanto, en este sentido, las varias matanzas de la dictadura durante los últimos años”.
