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Hace semanas, la ola de calor que golpeó a la India y dejó más de 2.200 muertos (a fines de mayo), se veía alarmante pero en todo caso distante desde Pakistán. A casi un mes de la tragedia que golpeó a la nación vecina, los pakistaníes asisten a la misma situación: 622 personas muertas dejan las altas temperaturas en ciudad portuaria de Karachi.
Asimismo, son miles los afectados, que están abarrotando los hospitales de la ciudad, muchos de ellos en estado grave. Y es que la ola de calor alcanza desde el fin de semana los 45 grados Celsius. A eso se añade la escasez de agua, y que los usuales cortes de energía eliminan la posibilidad de usar aire acondicionado o ventiladores.
Hay todavía otro agravante de la situación: los habitantes de esta República Islámica que se independizó del Reino Unido y se separó de la India en 1947, celebran por estos días el Ramadán, el mes sagrado de los musulmanes, por lo que el consumo de alimentos y agua es evadido.
Por otra parte, tal como ocurrió en India, el desastre golpea a las personas más viejas, que por lo general son más vulnerables a padecer por cuenta de las altas temperaturas. “La mayoría de los muertos son ancianos”, dijo a Associated Press Seemi Jamali, vocera del Hospital Jinnah. Los males que aquejan principalmente a los afectados son fiebre, deshidratación y dolor de estómago. Casi todos los pacientes arriban a los hospitales inconscientes.
“Nos estamos muriendo y nos dicen que esperemos”, dijo Moazzam Alí mientras dos mujeres trataban de tranquilizar a su madre que sufría deshidratación y esperaba ser atendida.
Frente a la amenaza que se cierne sobre sus ciudadanos, autoridades locales pusieron en marcha un plan de contingencia que contempla algunas medidas. El gobernador provincial Qaim Ali Shah ordenó el cierre de las escuelas y de oficinas públicas hasta que pase la ola de calor. Asimismo, reiteró su exigencia al gobierno federal de que participe en el arreglo de las líneas de energía eléctrica, y lo responsabilizó, por su poca respuesta frente a este asunto, de las muertes. Por su parte, gobierno y funcionarios de empresas de servicios públicos culparon a los políticos de Karachi por esto y por la falta de agua.
Precisamente, el meteorólogo Abdur Rauf determinó que se trata de la ola de calor más fuerte de los últimos 10 años, pero espera que “las lluvias del monzón en los próximos días lleven alivio”.
No obstante, el caos impera por el momento en las calles de Karachi, con familias enteras rompiendo tuberías para buscar agua y los ciudadanos protestando por los cortes de energía. Esta movilización ha generado la quema de llantas y el cierre de las calles. El agente de policía Aslam Khan negó que hubiera violencia generalizada, aunque admitió que en algunos vecindarios hay una situación “parecida a la anarquía”. Debido a la falta de electricidad para ventiladores y aire acondicionado, mujeres y niños salen a la calle en busca de alivio al sofocante calor que sienten dentro de sus casas.
Al conocerse que se trata de la ola de calor más elevada de la última década, muchos se preguntan si su fuerza obedece al preocupante calentamiento global, un asunto ante el cual el planeta sigue sin implementar salidas. EL COLOMBIANO consultó sobre este asunto a Carlos David Hoyos, climatólogo, docente de la Universidad Nacional y gerente del Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá (Siata).
“Sabemos que los eventos climáticos extremos en el mundo tienden a aumentar como una de las consecuencias del calentamiento global. Pero no podemos asegurar que en ningún caso específico un evento está asociado al cambio climático. Lo que sí podemos decir es que ha venido exacerbando las condiciones extremas”, aseguró.
“En el periodo previo a los monzones, son justamente estas altas temperaturas las causantes de las lluvias”, agregó.