El gobierno peronista de Alberto Fernández se está implosionando políticamente. La gran derrota electoral del pasado domingo, en las que el oficialismo perdió 17 de las 24 provincias del país, ha terminado por romper la relación del presidente con Cristina Fernández de Kirchner, su vicepresidenta pero, aún más, una de las mujeres más poderosas de Argentina, presidenta durante dos períodos consecutivos y quien en su momento fungió de mentora del mismo Alberto Fernández, proponiéndolo como presidente y facilitándole todo su caudal de votos.
La ruptura se ha producido 48 horas después de los resultados de las elecciones y los argentinos la han podido presenciar en vivo y en directo. Ya las campanas de alerta sonaban desde este miércoles, cuando cinco ministros y otros altos funcionarios, todos de la línea de Cristina Fernández de Kirchner, renunciaron al Gobierno. Aunque se pensó en un primer momento que había sido iniciativa del presidente y que se acercaba un revolcón en el gabinete, la renuncia en realidad se originó en las filas de la vicepresidenta y tenía un objetivo: presionar.
Así lo ha dejado entrever la misma Cristina Fernández a través de una carta en su página web. “Al día siguiente de semejante catástrofe política, uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al Presidente la reorganización de su gobierno?”