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“El golpe de Estado se ha consumado”. Con esas palabras, Evo Morales, el presidente que estaba a solo dos meses de ajustar catorce años en el poder, renunció a su cargo como mandatario. Evo estaba acompañado de su vicepresidente, Álvaro García, quien también dimitió, rompiendo así la línea de sucesión que marca la Constitución que el propio Evo promulgó en 2009.
El ahora expresidente hablaba pausado. Tomó un micrófono entre sus manos y, como si fuera una posición de oración, comenzó su rosario de final. Culpó a los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho de su despedida y de todo lo que le suceda a partir de ahora; y a la Organización de Estados Americanos (OEA) por la auditoría que hizo del proceso electoral.
“Ser indígena y ser antiimperialista no es un pecado (...) El sistema capitalista no es una solución para la humanidad. El peor enemigo de la humanidad es el imperialismo”, continuó. Desde un lugar de Bolivia que aún se desconoce, porque mientras los canales del Estado hacían una transmisión “en vivo” el portal Página Siete publicaba información de un posible viaje de Evo, él se marchó.
El líder del Movimiento al Socialismo (Mas) se va y Bolivia queda próxima a un limbo político. Según la Constitución, la línea de sucesión en el poder seguiría en la vicepresidencia, pero García desertó junto a Evo. Su adiós: “Volveremos. Volveremos y seremos millones”.
Sin el vicepresidente, el próximo sería el presidente del Senado, encabezado por Adriana Salvatierra, del Mais, quien también se apartó del cargo ayer. Sin esos dos puestos, el poder quedaría en manos del presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, quien dimitió este domingo.
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Así, los caminos de la Constitución de Bolivia se agotan para dejar a un encargado del Ejecutivo. Por eso el doctor en derecho constitucional y exsenador de ese país, Carlos Böth, asegura que la Asamblea Legislativa Plurinacional (Congreso) debe reunirse para elegir a nuevos líderes y establecer un plan de acción.
“El problema no termina. Morales convocó a nuevas elecciones antes de dimitir y también ordenó renovar el Tribunal Supremo Electoral (TSE), por lo que se deben renovar todos sus magistrados para que el TSE prepare las nuevas elecciones”, explica Böth.
A esto se le suma que el periodo legislativo finaliza el 22 de enero de 2020 y quien quede de mandatario encargado desde el Legislativo no podría gobernar hasta después de ese momento, por lo que el constitucionalista afirma que los parlamentarios deben crear una ruta de acción para el país a partir de esa fecha y hasta que se den nuevos comicios.
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El limbo de Bolivia
Para el Mas, Evo tuvo un golpe de Estado. Para la oposición, se trató de una renuncia motivada por los hechos de las últimas semanas, en los que el exmandatario quiso reelegirse por tercera vez a pesar de que la Constitución que él promulgó solo permite una reelección e ignorando el referendo de 2016 en el que la ciudadanía dijo no a la reelección.
El 2o de octubre el país celebró sus elecciones regionales y ese mismo día Evo proclamó su victoria.
Al caer la noche, el conteo de actas de votos arrojaba una segunda vuelta entre este y el opositor Carlos Mesa, pero repentinamente ese preconteo se detuvo.
Solo se renovó hasta la tarde del día 21 y, a pesar de la tendencia que marcaban las estadísticas el día anterior, el expresidente repuntó repentinamente y el TSE lo declaró como ganador. Desde entonces comenzó una huelga general.
Durante esta semana los policías se atrincheraron en sus cuarteles pidiendo la renuncia del Ejecutivo y en la tarde de ayer el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, también reclamó su dimisión. Horas después se conoció el video en el que el socialista dejaba el poder. Sin embargo, no hay evidencia de uso de la fuerza por parte de los uniformados para conseguir su renuncia.La OEA auditó las elecciones y en la madrugada del domingo publicó un informe asegurando que no era posible verificar la autenticidad del resultado y que, si bien es probable que Morales fuera el candidato más votado, no había evidencias de que obtuviera la diferencia necesaria para ganar en la primera vuelta, sugiriendo nuevos comicios.
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Ya está claro que Bolivia repetirá las elecciones generales, pero no se sabe cuándo. El profesor de Ciencia Política de ese país, Carlos Cordero, afirma que realizar otra votación requiere costos que superan los 30 millones de dólares y una complicada logística por parte del TSE que el país no estaría preparado para realizar este año.
El profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Mario Torrico, afirma que no hubo un golpe de Estado y, como Cordero, comenta que “para que se pueda realizar una votación transparente pasarían hasta seis meses”. La ruta de unas nuevas elecciones se perfila para abril, mes en el que habrá comicios locales.
El día después de Evo
El país sumó 21 días en una huelga general convocada por la oposición. Ayer domingo, como en todas las jornadas anteriores, la gente regresó a la calle ondeando banderas de color verde, amarillo y rojo, vistiendo cascos que simbolizaban el movimiento obrero y montados sobre carros de policía que, con uniformados a bordo, se unieron al grito de “Bolivia libre”.
Para el docente de Relaciones Internacionales de la U. Sergio Arboleda, Fabio Sánchez, “se trata de una lección que será clave en los estudios electorales latinoamericanos: un ejemplo de que la postergación en el poder y la manipulación de cualquier tipo ya no es tolerada por una opinión pública cada vez más informada”.
El abogado y rector de la U. Mayor de San Andrés, Waldo Albarracín, fue uno de los primeros analistas en expresar las irregularidades de las elecciones. Por eso, comenta que “hay un triunfo claro del pueblo. Una victoria política y democrática contra una dictadura”.
Ahora Bolivia entra en un territorio poco explorado y que recuerda la crisis política de 2005, cuando la línea de sucesión del mando estuvo a punto de romperse y, a los meses, Evo ganó sus primeras elecciones.
Este 2019, el segundo líder del socialismo en Latinoamérica, se despide con el recuerdo de los años de oro del pasado y el desgaste de sus casi catorce años en el poder.
Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.