El primer ministro de Reino Unido, el conservador Boris Johnson, se enfrenta desde este miércoles a una investigación formal por las obras de remodelación que llevó a cabo en su residencia oficial, el 11 de Downing Street. Así lo anunció la Comisión Electoral británica, la institución independiente que controla, entre otras cosas, la votación y financiación de los partidos políticos en Reino Unido. A ocho días de las elecciones locales, el escándalo podría afectar los intereses del partido de Gobierno.
“Hay motivos razonables para sospechar que puede haber habido una o más infracciones”, dijo una portavoz de la Comisión ayer. El problema le explotó a Johnson hace cinco días y de manos amigas. En su blog personal, Dominic Cummings, el ideólogo de la campaña del Brexit y hasta noviembre asesor íntimo del Gobierno, escribió una larga entrada en la que acusó al primer ministro de acciones que calificó de poco éticas. Entre ellas, la remodelación de la residencia oficial.
“Le dije que pensaba que sus planes de hacer que los donantes pagaran en secreto la renovación no eran éticos, eran insensatos, posiblemente ilegales y casi seguro que rompían las normas sobre la correcta divulgación de las donaciones políticas si se llevaban a cabo de la manera que él pretendía”, escribió Cummings.
En Reino Unido, cada primer ministro recibe anualmente 30.000 libras (poco más de ciento cincuenta millones de pesos) para dejar a su gusto la residencia oficial, el 11 de Downing Street. Cualquier pretensión que supere ese costo debe ser asumida por el primer ministro y reportada a la Comisión.
Según la prensa local, Johnson habría tenido que desembolsar como excedente alrededor de 58.000 libras esterlinas (casi trescientos millones de pesos), adicionales a las 30.000 que tenía asignadas. Desde que comenzaron los cuestionamientos el primer ministro se ha defendido señalando que pagó el excedente de su bolsillo, lo que no está claro, según la oposición, es de dónde sacó ese dinero inicialmente.
“Se lo voy a poner más fácil, con un test de múltiples respuestas: ¿Quién pagó inicialmente, el contribuyente, el partido o usted?”, le preguntó en el Parlamento Keir Starmer, líder del Partido Laborista, a Johnson. La sospecha de la oposición es que el dinero provino en un primer momento de las donaciones públicas de los ciudadanos británicos al partido Conservador. Esta agrupación política se ha negado a esclarecer si en algún momento desembolsó dinero para la remodelación de la casa, aún si este ya hubiera sido pagado en condición de prestamos por Johnson. Una duda que el primer ministro tampoco ha respondido.
Ante el cuestionamiento de la oposición, Johnson se limitó a responder:“He pagado por la reforma de Downing Street personalmente”, antes de atacar al partido laborista por la atención que le esta brindando a este tema, “creo que la gente verá muy raro que se centre en este asunto en lugar de en los planes de los laboristas para mejorar la vida de los ciudadanos”.
La Comisión, encargada ahora de la investigación, señaló que buscará determinar “si alguna transacción relativa a las obras en el 11 de Downing Street entra dentro del régimen regulado por la Comisión y si se informó de cualquier financiación como es debido”. Si encuentra las supuestas irregularidades, Johnson se enfrenta a una multa de 23.000 euros y a posibles denuncias judiciales.
