Cuando los conquistadores españoles llegaron al Valle de Aburrá quedaron atónitos al ver a los indígenas que habitaban la región usar sus propias mantas de algodón para quitarse la vida. A pesar de resistir las guerras sangrientas con los invasores y con otros pueblos, así como las enfermedades que trajeron consigo los recién llegados, muchos prefirieron morir antes que someterse al dominio español. Aquella escena simboliza parte de los procesos que dieron origen a la ciudad que hoy conocemos como Medellín.
Tres siglos y medio después, la capital antioqueña vuelve la mirada a sus raíces en el marco de la conmemoración de los 350 años de la erección de la Villa de la Candelaria, formalizada el 2 de noviembre de 1675. Sobre esa historia —hecha de conquistas, migraciones, trabajo y cultura— conversó el abogado Juan Luis Mejía, exrector de la Universidad Eafit y uno de los mayores conocedores y divulgadores de la historia de Medellín.
Además de hacer un repaso por los tiempos más remotos del Aburrá, recordando los cronistas e historias de los primeros habitantes del valle, Mejía hizo un repaso por las turbulencias políticas que marcaron el proceso para que Medellín se convirtiera en una villa y luego se consolidara como la capital de Antioquia, imponiéndose a las también poderosas Santa Fe de Antioquia, Rionegro y Marinilla.
Hay un debate historiográfico por las dos fechas en las que empezó Medellín, una en marzo de 1616, por la fundación del Poblado de San Lorenzo de Aburrá, y la del 2 de noviembre de 1675, la erección como villa. ¿Sí son entonces 350 años realmente?
“Son dos procesos muy distintos. Vámonos hasta 1541, cuando se descubre realmente el Valle de los Aburráes, que era el grupo indígena que vivía en este valle que los españoles llamaron San Bartolomé, ya que llegaron el 24 de agosto, día de San Bartolomé”.
Hace muchos años en el directorio telefónico había una historia de que cuando los españoles llegaron los indígenas se habían suicidado, que habían cogido unas mantas y se habían colgado de los árboles, ¿esa historia es verídica?
“Pues eso es lo que relatan los cronistas. Juan Sardella, que era el escribano de Robledo, es el que narra que ellos llegaron por el Occidente, por el Alto del Chuscal. Ellos bajan, no llegan al valle porque pasan la noche emboscados, Jerónimo Luis Tejelo y ellos, y les caen de madrugada de sorpresa a los indígenas.
Los indígenas, por medio de sus tambores, avisaron. Yo trato de imaginarme esa escena: unos seres completamente distintos, barbados, que olían horrible y montados en caballos.
Entonces eso causó primero una batalla, una guasábara, como dicen los cronistas, y también confusión entre los indígenas. Uno tiene que entender eso: es como si uno se levantara y viera unos marcianos, una gente que destruye un mundo, una cosmogonía, que saquean templos y todo.
Los cronistas narran que muchas personas se colgaban, pues ya no tenía sentido la vida. Incluso Cieza de León narra que unos que tenían presos se colgaron y estos los descolgaron. Después de eso, pasaron muchos años sin que en este valle volviera a pasar nada”.
¿Estos indígenas ya tenían un desarrollo cultural? ¿Qué había?
“Eran unas poblaciones, parece que por Guayabal. Norberto Vélez Escobar ha hecho más o menos la identificación de dónde quedaba el poblado de los aburráes. Sabemos que tenían un cierto desarrollo, que eran tejedores —aburrá quiere decir los husos con los que marcaban los tejidos— y que tenían una muy buena agricultura. Por ejemplo, a los españoles se les apareció la Virgen aquí, porque encontraron maíz para dos meses, tras llegar sin nada”.
Los españoles entraron por el cañón del Cauca, ¿venían del Perú con Belalcázar?
“Pizarro manda a Belalcázar, Belalcázar manda a Robledo y Robledo manda a Jerónimo Luis Tejelo”.
Es como si Belalcázar dijera: “No, ustedes váyanse por este camino”...
“Claro, porque estaban buscando oro, buscando el Valle de Arví, pero cuando suben y descubren esos caminos que todavía existen en Santa Elena ven que hay una gran destrucción, entonces se devolvieron, pensando que la gente era mucha y muy potente. Y es que los de Nutibara, los indígenas del Occidente, habían destruido ya esa ciudad y por eso ellos se devuelven”.
¿Había una pelea previa entre indígenas?
“Claro. Eran los aburráes contra los indígenas del Occidente, los Nutibaras. El cacique Nutibara dominaba esas comunidades de la cordillera occidental y había destruido lo que se llamaba el Arví.
Esta población de Aburrá era más pequeña, pero para ellos, la gran destrucción fue sobre todo por las enfermedades”.
¿Por qué murieron tantos indígenas por enfermedades?
“No tenían defensas para esas enfermedades. Una gripa se volvía una epidemia y acababa con las personas. Quedaron muy pocos indígenas. Este valle se va a despoblar prácticamente, cuando se funda San Lorenzo de Aburrá no quedaban casi indígenas en el valle”.
¿Fue por eso que se fundó San Lorenzo de Aburrá, para preservar los pocos que quedaban?
“Claro y para protegerlos de los encomenderos. Por eso reúnen los pocos que quedaban y se trajeron del Occidente a los ebéjicos”.
¿Cómo es esto de proteger a los indígenas de los encomenderos?
“A los españoles no les interesaba la tierra, les interesaba quién trabajara y quién les buscara oro. En la encomienda les asignaban una comunidad y ellos lo explotaban. Los hacían trabajar excesivamente, porque ellos necesitaban rápido riquezas para volver a España.
El primer visitador que llega a Antioquia, que es Herrera Campuzano, agrupa a los indígenas en poblados: Sopetrán, San Jerónimo y San Lorenzo de Aburrá, en donde reúne los pocos que quedaban en el valle más otros que trajeron. La capilla estaba donde hoy es la iglesia de El Poblado”.
¿Ahí nace Medellín, por decirlo de alguna manera?
“No, o mitad de Medellín dijéramos, porque ese poblado era el centro de un gran resguardo, que iba desde una quebradita que baja de La Asomadera al frente del Cerro Nutibara hasta el nacimiento del río Medellín. Esas tierras de resguardo no podían ser ocupadas por españoles. Por eso, los españoles que empezaron a llegar a subir de Santa Fe de Antioquia al Valle no se podían asentar en ese resguardo y más bien se fueron asentando a orilla de la quebrada de Aná. Entonces un rico minero de Remedios había comprado ese hato y había fundado una pequeña iglesia, donde hoy está la Candelaria, y alrededor de esa iglesita empezaron a concentrarse, pero por fuera del resguardo. Entonces, por eso son dos poblados distintos: uno de indios y otro de colonos. Por eso era el sitio de Aná”.
¿Y que pasó después?
“Ese pobladito empezó a crecer y a tener ínfulas. Hay un momento muy importante en Antioquia, que es cuando empiezan a decaer las grandes zonas mineras en el Bajo Cauca y los colonos suben a los valles intermedios, al Valle de los Osos y al Valle de Oriente. Allí descubren minas de oro, más o menos en la década de 1630.
El Valle de Aburrá estaba divido en dos zonas muy marcadas: una hacia el norte que eran los hatos, que era lo ganadero, y otra hacia el sur, que tenía un régimen de lluvias distinto, con agricultura. Por esta razón, el Valle de Aburrá se vuelve la despensa de los centros mineros, mientras Santa Fe de Antioquia empieza a marchitarse”.
Qué en ese momento era más importante...
“Era la capital Santa Fe de Antioquia, además que era la conexión con el Mar Caribe y Cartagena a través de Mompox, por el camino de Espíritu Santo. Pero Santa Fe de Antioquia empieza a marchitarse y Medellín, Rionegro y Marinilla empiezan a tener una gran importancia. Ya en la década de 1660 Medellín ya quiere ser villa, porque así podría tener autoridades propias y escudo de armas. Los de Santa Fe Antioquia empiezan a oponerse, temiendo que sus parroquias dejen de recibir diezmos y empiecen a despoblarse.
Pero empezó un proceso para hacer las gestiones ante el reino y declarar la elección de la villa, que fue la gestión con el conde de Medellín de Extremadura.
El gobernador Francisco Montoya declara la villa con la gran oposición de los de Santa Fe de Antioquia, pero los de Medellín quedan inconformes, porque Montoya era el novio de doña Ana de Castrillón, después se casó con ella, y los Castrillón eran los que manejaban los hatos del norte, que eran los que tenían el monopolio de la carne para Santa Fe de Antioquia.
Entonces lo que hace Montoya es que declara la villa, pero los límites son muy cortos, deja todo el norte todavía en jurisdicción de Santa Fe de Antioquia. Entonces, quedaron inconformes tanto los de Antioquia como los de Medellín, y apelan a la audiencia de Bogotá, que le da la razón a los de Antioquia y les dice que no se puede declarar la villa. Los de Medellín apelan a su vez a la reina, que falla a favor de Medellín.
En ese momento ya había muerto el gobernador Montoya y entonces nombran a Miguel de Aguinaga. El 2 de noviembre de 1675 se declara creada la villa. Seguro para lamberle a su jefe, la llama la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Ana de Medellín. Hasta ese momento Medellín no existía para nada, era Aná”.
¿Y cuando fue que hicimos ese asalto de quitarle a Santa Fe la capital?
“En la Independencia hay cuatro poblaciones importantes en Antioquia: Santa Fe de Antioquia y Rionegro, que son ciudad, y Medellín y Marinilla, que eran villas. Había una tensión muy grande entre las cuatro y Juan del Corral, que en ese momento era dictador de Antioquia, como para bajarle a esa tensión, declara ciudad a Medellín y a Marinilla.
Luego, Dionisio Tejada, que fue el nuevo gobernador, se viene a vivir también a Rionegro y eso genera la indisposición inmensa tanto en Santa Fe de Antioquia como en Medellín. Santa Fe de Antioquia siempre fue muy caliente y tenía malas vías de comunicación, y por eso muchos preferían Medellín o Rionegro.
Durante el año 1814 y 1815 ni nos hablábamos con los de Santa Fe, que seguían siendo la capital y Medellín estaba en el intermedio. Durante la Gran Colombia, viene un gobernador nombrado por Santander, Urreta, que se asienta en Medellín y en 1826 logra que en una ley que se está manejando en el congreso metieran un articulito, que decía que la capital de la provincia de Antioquia sería Medellín. Y ahí quedó Medellín de capital”.
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